Ciencias y Nuevas Tecnologías
La cueva que guarda los secretos del viaje de los primeros humanos desde África hasta Australia

Tam Pà Ling es un yacimiento en el norte de Laos donde poblaciones de Homo sapiens vivieron durante más de 56.000 años.
¿Cuál es la conexión entre un fósil encontrado en una cueva en el norte de Laos con herramientas de piedra de hace miles de años halladas en el norte de Australia?: uno de los primeros viajes (y uno de los más largos) de la humanidad. Cuando nuestros primeros ancestros Homo sapiens llegaron por primera vez al sudeste asiático en su camino desde África, haciendo un alto antes de acabar en Australia, dejaron pruebas de su presencia en forma de fósiles que se acumularon durante miles de años en lo profundo de una cueva.
En concreto, en la cueva Tam Pà Ling, en el norte de Laos, donde se han encontrado pruebas que no dan lugar a dudas de que los humanos modernos se extendieron desde África a través de Arabia y Asia mucho antes de lo que se pensaba. También confirma que nuestros antepasados no solo siguieron costas e islas, y que se adentraron en los continentes, viajando a través de regiones boscosas, probablemente también a lo largo de los valles de los ríos. Después, algunos se trasladaron a través del sudeste asiático para convertirse en las primeras personas que pisaron Australia y construyeron aquellas herramientas que milenios más tarde encontramos sus descendientes.
«Tam Pà Ling juega un papel clave en la historia de la migración humana moderna a través de Asia, pero su importancia y valor apenas hemos empezado a reconocerla», explica el paleoantropólogo de la Universidad de Copenhague Fabrice Demeter, uno de los autores principales del artículo. Junto a su equipo, participaron tres universidades australianas: la Universidad Macquarie y la Universidad Southern Cross, quienes fecharon muestras usando múltiples técnicas; y la Universidad de Flinders, que fue la encargada de analizar el sedimento de la cueva, depositado en distintas capas durante decenas de miles de años.
Una cueva sorprendente y polémica
Desde la primera excavación y el descubrimiento de un cráneo y una mandíbula en 2009, la cueva ha sido polémica. Las pruebas de los primeros viajes de la Humanidad desde África al sudeste asiático generalmente se han encontrado en ubicaciones insulares, como Sumatra, Filipinas y Borneo. Sin embargo, Tam Pà Ling, un yacimiento de cuevas en las tierras altas, a más de 300 kilómetros de distancia del mar, en el norte de Laos, fue la excepción. Porque el hallazgo del cráneo y la mandíbula situaban al Homo sapiens allí, pero ¿cuándo había estado?
La pregunta fue difícil de contestar. Los fósiles humanos no se podían datar directamente, ya que el yacimiento es un área de Patrimonio Mundial y los fósiles están protegidos por la ley de Laos. Además, se suma el añadido de que se han encontrado muy pocos huesos de animales o decoraciones dentro de la cueva y, los que hay, son demasiado antiguos para la datación por radiocarbono.
Por eso se recurrió a la datación por luminiscencia: basada en la propiedad que poseen ciertos minerales (cuarzo y feldespato) de acumular cargas eléctricas en su estructura mineral y de liberar esas cargas en energía lumínica al someterlas a un estímulo exterior, los materiales de esta cueva pueden ser fechados siempre y cuando la luz no los haya tocado. Concretamente, se aplicó esta técnica en los sedimentos de las tumbas fósiles. Estas técnicas arrojaron una edad mínima de 46.000 años, una cronología acorde con el momento esperado de la llegada del Homo sapiens al sudeste asiático. Pero el descubrimiento no terminó aquí.
Desde 2010 hasta 2023, las excavaciones anuales (retrasadas por tres años de confinamiento) revelaron cada vez más pruebas de que el Homo sapiens había pasado de camino a Australia. Se encontraron siete piezas de esqueleto humano a intervalos a través de 4,5 metros de sedimento, empujando la línea de tiempo potencial muy atrás en los reinos de las primeras migraciones de Homo sapiens a esta región.
Inventando formas de sacar información
Los retos no acabaron ahí. Para encontrar más información, también utilizaron la datación por series de uranio (alternativa a la datación por carbono), utilizando una punta de estalactita que había sido enterrada en sedimentos. Por otro lado, se fecharon dos dientes de bóvidos completos con técnicas de datación por resonancia.
«La datación directa de los restos fósiles confirmó la secuencia de edad obtenida por luminiscencia, lo que nos permitió proponer una cronología completa y segura para la presencia de Homo sapiens en Tam Pà Ling», afirma el profesor asociado de geocronología de la Universidad Southern Cross, Renaud Joannes-Boyau.
El equipo también analizó los sedimentos para evaluar el origen de los fósiles usando micromorfología, una técnica que examina estos restos bajo un microscopio para establecer la integridad de las capas. Este componente clave de la nueva cronología ayudó a establecer que hubo una acumulación constante de capas sedimentarias durante un largo período.
«Lejos de reflejar un vertedero efímero de sedimentos, el yacimiento representa una pila de sedimentos depositada de forma constante y estacional», explica el profesor asociado de geoarqueólogo de la Universidad de Flinders, Mike Morley.
Presencia humana en las cuevas por más de 56.000 años
Todos los análisis revelaron que la presencia humana se extendió en la zona durante más de 56.000 años. Además, la edad del fósil más baja (encontrada a siete metros de profundidad), un fragmento de un hueso de la pierna, proporciona una línea de tiempo para la llegada del hombre moderno a esta región hace entre 86.000 y 68.000 años. «Esto retrasa el tiempo de llegada al sudeste asiático continental en aproximadamente 40.000 años», señalan los autores. Aunque, según la genética, estas primeras migraciones no contribuyeron significativamente a nuestras poblaciones modernas.
La cueva Tam Pà Ling está, a su vez, muy cerca de la cueva Cobra, recientemente descubierta y que fue frecuentada por los denisovanos aproximadamente 70.000 años antes. A pesar de la falta de pruebas previas sobre de una llegada temprana al sudeste asiático continental, esta área podría ser una ruta de dispersión utilizada anteriormente entre nuestros antepasados, mucho antes que el Homo sapiens. Por lo que todo parece indicar que los yacimientos del sudeste asiático nos darán, en los próximos años, muchas sorpresas.
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Ciencias y Nuevas Tecnologías
Un nuevo estudio sugiere cómo la vida pudo haber surgido de los ingredientes más simples

Se han vinculado químicamente los aminoácidos de la vida al ARN en condiciones que podrían haber ocurrido en la Tierra primitiva.
La Tierra primitiva no era más que un pavoroso caos de roca fundida, vapores y charcas humeantes. Sin embargo, en esa aparente desolación, algo extraordinario estaba gestándose. Desde el barro cálido de una fuente termal o las aguas poco profundas de un lago, la química comenzó a entretejer lo que hoy reconocemos como vida.
Un equipo de químicos de la University College London (UCL) acaba de dar un paso esencial en la comprensión de este proceso, al demostrar cómo el ARN y los aminoácidos (dos de los componentes más esenciales de los seres vivos) podrían haberse unido de forma espontánea, bajo condiciones similares a las de la Tierra primitiva.
“El estudio demuestra cómo el ARN pudo haber comenzado a controlar la síntesis de proteínas, lo que representa un avance enorme para entender de dónde venimos”, explica Matthew Powner, autor principal del estudio publicado en Nature.
Su equipo logró unir químicamente aminoácidos al ARN en agua, a un pH neutro, usando una química selectiva, sencilla y sorprendentemente plausible desde un punto de vista prebiológico.
UNA QUÍMICA SIMPLE
Hasta ahora, los intentos anteriores de unir estos componentes requerían sustancias químicas extremadamente reactivas que se descomponían en agua o causaban reacciones indeseadas. Lo innovador del enfoque de UCL es su simplicidad: en lugar de usar estas moléculas agresivas, se inspiraron en la propia naturaleza.
Utilizaron tioésteres —moléculas ricas en energía, ya propuestas como clave en los orígenes de la vida por el premio Nobel Christian de Duve— para activar los aminoácidos, uniendo así dos teorías previamente separadas sobre los orígenes de la vida: el “mundo ARN” y el “mundo tioéster”.
Como explica Powner, “la vida moderna depende de una maquinaria molecular extremadamente compleja, el ribosoma, para fabricar proteínas. Pero nuestro trabajo demuestra el primer paso de ese proceso usando una química simple. No solo es espontánea y selectiva, sino que pudo haber ocurrido de forma natural en la Tierra primitiva”.
El hallazgo también se apoya en una investigación previa del mismo equipo, donde demostraron que la panteteína —un compuesto que contiene azufre y que es clave en la formación de tioésteres— pudo haberse sintetizado bajo condiciones similares a las de la Tierra temprana. Este detalle es fundamental, ya que la panteteína permitió que los aminoácidos reaccionaran para formar los tioésteres, y luego estos, a su vez, pudieran unirse al ARN.
Con los aminoácidos ya cargados sobre el ARN, los investigadores observaron cómo estos se unían entre sí para formar péptidos, pequeñas cadenas de aminoácidos que, aunque más simples que las proteínas modernas, ya constituyen un paso crítico hacia la vida.
“Nuestro estudio une dos piezas primordiales de LEGO —ARN activado y aminoácidos— para construir péptidos, que son esenciales para la vida”, ha añadido Jyoti Singh, coautora principal del estudio.
CHARCAS Y MANANTIALES
Cabe destacar que la reacción fue realizada en agua, en condiciones suaves, descartando así que la vida se hubiera originado en los océanos, donde la concentración de moléculas habría sido demasiado diluida para permitir esta química. Más bien, el escenario ideal serían cuerpos pequeños de agua (charcas, lagunas o manantiales termales) donde las moléculas podrían concentrarse lo suficiente para reaccionar.
El estudio también hace uso de tecnologías avanzadas para confirmar sus resultados, como la resonancia magnética nuclear y la espectrometría de masas, que permiten observar no solo el tamaño sino también la estructura exacta de las moléculas formadas. No se trata, pues, de una simple simulación teórica, sino de una evidencia experimental tangible que se suma a la búsqueda del origen de la vida.
Este avance no solo pone en diálogo dos grandes hipótesis sobre cómo comenzó todo —la del ARN autorreplicante y la del metabolismo primitivo impulsado por tioésteres—, sino que también abre una ventana hacia el momento en que los códigos químicos comenzaron a adquirir sentido, es decir, cuando el ARN dejó de ser solo una cadena de nucleótidos para convertirse en un guion maestro que dicta cómo deben ensamblarse las piezas del gran teatro molecular de la vida.
Estamos más cerca que nunca de comprender cómo las moléculas simples pudieron evolucionar hasta convertirse en sistemas capaces de replicarse a sí mismos. No hemos llegado aún al final de este camino, pero este paso es esencial para desentrañar el misterio más antiguo de todos: cómo comenzó la vida.
Fuente: National Geographic España.
Sergio Parra.
Ciencias y Nuevas Tecnologías
Ajolotes: La asombrosa regeneración en peligro.

Los ajolotes, fascinantes anfibios acuáticos, representan una joya de la biodiversidad mexicana y un enigma biológico. Su capacidad asombrosa de regeneración, su extraña neotenia y su distribución geográfica limitada los convierten en un tema de estudio crucial para la ciencia y la conservación. Este artículo explorará en detalle las características físicas, la reproducción, la distribución geográfica, el comportamiento y la asombrosa variedad de tipos de ajolote. Asimismo, analizaremos la vital función que cumplen en el ecosistema y, con la misma urgencia, abordaremos las amenazas que los persiguen, su condición crítica y las estrategias para garantizar su supervivencia. Descubriremos también por qué este anfibio acuático es un modelo excepcional para el estudio de la biología de la regeneración y por qué comprender sus tipos de ajolotes y sus peculiaridades es crucial para la conservación de la vida. Este artículo mostrará las distintas particularidades de los tipos de ajolotes presentes en México, profundizando en aspectos biológicos clave y alertando acerca de la problemática que enfrentan.
Este texto profundizará en el conocimiento de los ajolotes, analizando sus características físicas, su neotenia, reproducción, distribución geográfica, comportamiento y diversidad de especies, poniendo especial énfasis en su extraordinaria capacidad de regeneración. Finalmente, exploraremos las amenazas a su supervivencia, su estado de peligro crítico de extinción y las acciones necesarias para su conservación. Aprenderemos sobre los diferentes tipos de ajolote, sus adaptaciones y las particularidades de cada especie.
Características físicas
Los ajolotes presentan una combinación de rasgos anfibios y peces. Su cuerpo es alargado y aplanado, con una cola finamente acabada para la natación, con aletas y branquias externas que facilitan la respiración acuática. Muestran una forma corporal que permite una gran adaptabilidad en su medio ambiente.
Sus ojos, aunque presentes, no son muy desarrollados, lo que indica una limitada visión. Sus extremidades, aunque presentes, suelen ser cortas y pequeñas, indicando un modo de vida predominantemente acuático. Su piel es lisa y húmeda, permitiendo la absorción del oxígeno del agua.
La coloración de los ajolotes varía dependiendo de las diferentes especies de tipos de ajolotes. Algunos exhiben un color oscuro con manchas, otros son de un tono grisáceo o cremoso. Es fundamental comprender las distintas coloraciones, ya que permiten identificar las variedades de tipos de ajolotes y sus hábitats específicos.
Neotenia
La neotenia, una característica única de los ajolotes, les permite conservar rasgos larvarios en la edad adulta. Esto significa que mantienen las branquias externas, la cola y otras características físicas de las larvas, a diferencia de otros anfibios que sufren metamorfosis. Esta peculiaridad biológica ha fascinado a los científicos, ya que permite observar la evolución en un estado intermedio de desarrollo.
La neotenia les confiere una ventaja adaptativa en entornos acuáticos y les permite mantener las características de la fase larvaria, prolongando su vida en este estado. Este fenómeno es un objeto de estudio importante para comprender la evolución de los anfibios y la forma en la que los diferentes tipos de ajolotes se han adaptado a su entorno a lo largo del tiempo.
La neotenia de los ajolotes se ha convertido en un tema de gran interés científico, por lo que las investigaciones sobre tipos de ajolotes siguen activas para ampliar el conocimiento sobre esta importante característica evolutiva.
Reproducción
Los ajolotes se reproducen de forma ovípara, es decir, ponen huevos. Las hembras pueden poner cientos de huevos, que eclosionan entre 10 y 14 días después de la puesta. Los huevos son pequeños y translúcidos, y normalmente se depositan en el agua.
El proceso reproductivo varía entre las diferentes especies de tipos de ajolotes. Es importante destacar que la forma en la que las distintas especies de tipos de ajolotes se reproducen es un factor que afecta significativamente su evolución y su supervivencia en entornos cambiantes.
El ciclo reproductivo de los ajolotes se ha estudiado profundamente para comprender mejor su biología y su posible conservación. Los estudios de las características reproductivas de los tipos de ajolotes son esenciales para la supervivencia de estas especies.
Distribución geográfica
Los ajolotes son originarios de México, y la mayoría de las especies se concentran en el centro y sur del país. Sus hábitats se limitan a cuerpos de agua dulce, especialmente en zonas montañosas.
Esta distribución geográfica, de tipo endémica, significa que están presentes solo en ciertas áreas y es una característica que los hace especialmente vulnerables. Un estudio profundo de la distribución geográfica de cada especie permite comprender mejor los requerimientos ecológicos de cada tipo de ajolote y sus posibles zonas de expansión o conservación.
Comportamiento
Los ajolotes presentan un comportamiento aletargado diurno y activo durante la noche. Durante el día, se mantienen en reposo, ocultándose entre las plantas acuáticas. En la noche, realizan sus actividades de alimentación y reproducción.
Son animales carnívoros, se alimentan principalmente de pequeños invertebrados, como gusanos, larvas y pequeños crustáceos. Esta dieta carnívora es esencial para la supervivencia de los ajolotes, ya que necesitan una cantidad específica de nutrientes.
El comportamiento nocturno de los ajolotes es una estrategia de supervivencia, ya que les permite evitar a los depredadores y obtener alimento en condiciones de poca luz.
Diversidad de especies
Existen 33 tipos de ajolotes conocidos. Entre ellos, el ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum) es posiblemente el más conocido y emblemático. Otras especies de tipos de ajolotes incluyen el ajolote arroyero, el de Alchichica y el de cabeza chata.
Cada especie de tipos de ajolotes presenta características distintivas en cuanto a coloración, tamaño y comportamiento. Los tipos de ajolotes se diferencian significativamente entre sí y deben ser estudiados individualmente.
Estas diferencias en la apariencia, comportamiento y hábitat de cada especie resaltan la importancia de la diversidad biológica y la necesidad de comprender y proteger cada tipo de ajolote. El conocimiento sobre los tipos de ajolotes nos permite comprender los procesos evolutivos y las adaptaciones de estos organismos.
Regeneración
Los ajolotes poseen una capacidad asombrosa de regeneración de extremidades y órganos vitales. Esta asombrosa característica biológica les permite recuperar partes del cuerpo perdidas o dañadas, lo que los convierte en un modelo excepcional para la investigación científica.
La regeneración en los ajolotes no es un proceso simple, sino que involucra un complejo mecanismo celular. Este mecanismo de regeneración es muy complejo, pero se ha observado que las células madre juegan un papel vital.
El estudio de la regeneración en los ajolotes podría ayudar a desarrollar nuevos tratamientos médicos para las lesiones en humanos. Los tipos de ajolote tienen mecanismos únicos de regeneración.
Amenazas a la supervivencia
La contaminación de los cuerpos de agua donde habitan representa una amenaza grave para la supervivencia de los ajolotes. La contaminación por productos químicos, residuos industriales y agrícolas degrada la calidad del agua y afecta directamente su salud.
Otro factor crucial que afecta a las especies de tipos de ajolotes es el comercio de mascotas. La captura ilegal para el comercio disminuye drásticamente la población, con cada especie siendo un recurso vital para el ecosistema.
La introducción de especies invasoras, que compiten por los recursos y alteran el ecosistema, también amenaza la supervivencia de los ajolotes. Esta competencia desequilibra el ecosistema local.
Peligro de extinción
La combinación de estas amenazas ha puesto a los ajolotes en grave peligro de extinción. Su población se ha reducido drásticamente en las últimas décadas, con algunas especies enfrentando un riesgo crítico.
La fragmentación de los hábitats y la pérdida de sus ecosistemas naturales son factores cruciales que impulsan la reducción de la población de los ajolotes. El conocimiento preciso de los tipos de ajolote en peligro permite la implementación de estrategias de conservación más específicas.
Las estrategias de conservación para los tipos de ajolotes deben ser integrales y abordar las diferentes amenazas que enfrentan.
Conclusión
Los ajolotes, con su asombrosa capacidad de regeneración, son una muestra de la riqueza biológica de México. Su delicada existencia está sujeta a amenazas severas que requieren la implementación de medidas urgentes para su conservación.
Para garantizar la supervivencia de estas especies únicas, es vital proteger sus hábitats, controlar la contaminación, regular el comercio ilegal y combatir las especies invasoras. Además, se debe promover la investigación científica para comprender mejor la biología y la ecología de cada tipo de ajolote y su neotenia, para desarrollar estrategias de conservación eficientes.
La conservación de los ajolotes no solo es crucial para la biodiversidad, sino también para el avance científico. La protección de los tipos de ajolotes es una tarea urgente que requiere la colaboración de gobiernos, científicos, organizaciones de conservación y la conciencia ciudadana.
Fuente: Amante de las Plantas.
Ciencias y Nuevas Tecnologías
¿Por qué algunos animales se comen sus heces (y las de otros también)?

Aunque raro, algunas crías de elefante africano comen las heces de los adultos, posiblemente en un intento de consumir las encimas gástricas para una mejor digestión.
Esta estrategia de supervivencia natural, conocida como coprofagia, revela como la vida salvaje intenta sacar el máximo provecho de todos los recursos disponibles.
Si bien la caca decididamente no está en el menú para nosotros los humanos, es un alimento normal para muchos animales.
Los científicos han observado ciervos comiendo estiércol de elefante asiático, perros y lémures consumiendo caca humana y salamandras comiendo excrementos de murciélago. En las montañas de la Sierra de Guara, en España, las cabras montesas hembras comen guano de aves, mientras que en la aata atlántica de Brasil, las ratas y las zarigüeyas visitan las letrinas de nutrias para consumir heces.
En un estudio en Tanzania, los científicos observaron que los alimoches sombríos mostraban más interés en las heces de león ricas en proteínas que en un cadáver recién matado. «El león no se había alejado más de 10 metros de las heces cuando varios buitres encapuchados cayeron al suelo y tragaron las heces rápidamente», escribieron.
Entonces, ¿por qué está tan extendido el acto de comer heces, llamado coprofagia? Lejos de ser un material de desecho inútil, las heces a menudo contienen calorías y nutrientes valiosos que no fueron absorbidos por el animal huésped.
La coprofagia puede ayudar a los animales a obtener calorías adicionales cuando sus fuentes habituales de alimentos son limitadas, o a adquirir nutrientes que son difíciles de obtener en su dieta regular. La caca también puede contener bacterias intestinales que estimulan el sistema digestivo, como un probiótico silvestre.
«Las heces pueden tener muchas funciones diversas» para la vida silvestre, dice Hannah Rempel, ecóloga de la Universidad de Texas en Estados Unidos.
«Aunque este comportamiento pueda parecernos asqueroso, está claro que es algo muy importante para ellos», explica.
(Relacionado: ¿Por qué las heces de wómbat tienen forma cúbica?)
UN IMPULSO NUTRICIONAL… DE CACA
La coprofagia también puede significar comer tus propias heces. Varias especies de conejos y liebres vuelven a digerir su comida para extraer más nutrientes que su rápido proceso digestivo pasó por alto la primera vez.
Cuando la comida escasea, algunas especies, como los renos en Svalbard, Noruega, se alimentan de excrementos de ganso durante el corto verano ártico. En invierno, los pikas de la meseta del Tíbet comen el estiércol de los yaks domésticos.
Es probable que por razones similares los zorros rojos en el Parque Nacional Cairngorms de Escocia (Reino Unido) consuman con frecuencia las heces de los perros que pasean por la zona, como lo demuestra la presencia de ADN de perro en los excrementos de los zorros, dice el ecólogo Xavier Lambin de la Universidad de Aberdeen en el Reino Unido. La investigación de él y sus colegas muestra que las heces de zorro son especialmente abundantes en el ADN de los perros en los años en que las presas habituales de los zorros, los ratones de campo, son escasas.
Los análisis de laboratorio revelan que la caca de perro es muy nutritiva, con un contenido calórico similar al de los garbanzos cocidos.
«En lugar de tener años de hambre y años de abundancia, [los zorros] deben estar bien todos los años», dice Lambin.
(Relacionado: Por qué los perros comen heces y otros comportamientos extraños de las mascotas)
UN MAR DE VITAMINAS
Mientras buceaba a través de los arrecifes de coral alrededor de Bonaire, Rempel vio peces cirujano y peces loro lanzándose hacia las bolitas fecales que descendían de grandes bancos de damiselas pardas, un comportamiento observado anteriormente en algunos arrecifes del Indo-Pacífico.
«He visto a dos peces luchar por las mismas heces», recuerda Rempel. Ella y sus colegas contaron que casi el 85 por ciento de las bolitas fecales de damisela parda observadas fueron ingeridas por peces, la gran mayoría de ellos por peces loro y peces cirujano.
El pez cirujano y el pez loro suelen alimentarse de algas, que son relativamente pobres en micronutrientes vitales para la supervivencia, como el calcio, el fósforo y el zinc. Las algas también son bajas en proteínas, aunque los peces también consumen algunas cianobacterias y detritos adheridos a las algas que contienen proteínas.
Pero las damiselas pardas, que comen plancton, producen heces repletas de proteínas, así como de micronutrientes.
Rempel compara estos gránulos con una especie de suplemento nutricional, o «mar de vitaminas», para los peces, explica Rempel.
(Relacionado: El perturbador secreto tras el café más caro del mundo)
UN INTESTINO DIVERSO ES UN INTESTINO FELIZ
Barbara Drigo, ecóloga microbiana de la Universidad de Australia del Sur, sospecha que para muchas especies de aves, la coprofagia también proporciona bacterias intestinales beneficiosas. La lógica es similar a los trasplantes fecales en personas, en los que los extractos de heces que contienen bacterias de personas sanas mejoran la flora intestinal en aquellos con ciertas condiciones de salud.
Drigo cree que algunas especies de aves migratorias, una vez que llegan a una nueva área, pueden consumir los excrementos de las aves locales para adquirir bacterias intestinales que les ayudan a digerir los alimentos de su nuevo entorno de manera más efectiva.
Los polluelos jóvenes de focha euroasiática consumen con frecuencia las heces de sus padres, lo que de manera similar puede proporcionarles las bacterias necesarias para procesar los recursos alimenticios locales.
Y en experimentos con polluelos de avestruz en cautiverio en un centro de investigación en Sudáfrica, las aves a las que se les dieron comer las heces de sus padres tenían una flora intestinal más diversa y maduraron más rápido que los polluelos criados sin heces. A las ocho semanas de edad, los pollos alimentados con heces eran casi un 10 por ciento más pesados y tenían menos probabilidades de morir de enfermedad intestinal.
Exponer el sistema inmunológico a una rica diversidad de bacterias intestinales es beneficioso para la salud, dice Drigo. En general, «las aves que practican la coprofagia son mucho más saludables que las aves que no lo hacen».
PROS Y CONTRAS
La coprofagia, sin embargo, conlleva riesgos. Los excrementos de aves, por ejemplo, pueden contener sustancias químicas peligrosas de aguas residuales, pesticidas u otros compuestos nocivos creados por el hombre.
Comer caca también puede hacer que los animales contraigan enfermedades, parásitos intestinales o bacterias dañinas.
Pero, al menos cuando se trata de amenazas naturales, los beneficios de la coprofagia podrían superar los riesgos para muchos animales.
Es probable que los sistemas digestivos de los animales sean mucho más fuertes y resistentes a las enfermedades, los parásitos y las bacterias dañinas que los humanos. Lambin sugiere que tal vez las personas han evolucionado para encontrar la caca inherentemente repugnante, por lo que no la comeremos y nos enfermaremos.
«Cuando un perro ve heces, no parece reaccionar como si oliera mal. Si es bueno para ti, no lo vas a considerar desagradable», dice.
Fuente: National Geographic España.
Katarina Zimmer.
Radio Millenium Online


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