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Ciencias y Nuevas Tecnologías

El monstruo del lago ness, o cómo un mito dio la vuelta al mundo

En 1933, un periodista informó de una criatura parecida a un animal prehistórico oculta en las aguas de un lago de Escocia. El bulo se difundió enseguida por todo el mundo.

El 2 de mayo de 1933 apareció un artículo sin firma en un periódico local de Escocia, el Inverness Courier. En él se recogía el testimonio de un matrimonio que había observado en las aguas del lago Ness una gran criatura, parecida a una ballena, «que se entretuvo girando y zambulléndose».

Ese lago de las tierras altas de Escocia, de 37 kilómetros de largo por solo 2,7 de anchura máxima, profundo y de aguas turbias, se había «acreditado durante generaciones por ser el hogar de un monstruo de aspecto temible», seguía diciendo el texto, que comparaba además el supuesto monstruo con los kelpies o caballos de agua de los mitos célticos.

Tres meses más tarde, el mismo periódico publicaba la carta de un londinense llamado George Spicer, quien afirmaba que, mientras circulaba en coche con su esposa alrededor del lago Ness, vio una extraña criatura cruzando la carretera ante él: «Vi lo más parecido a un dragón o animal prehistórico que he visto en mi vida –declaró–. Parecía tener un largo cuello que movía arriba y abajo al caminar».

El autor de la noticia inicial fue Alex Campbell, corresponsal freelance que residía en un pueblo a orillas del lago Ness. En los días siguientes, Campbell siguió publicando noticias sobre el tema en los medios escoceses. En una afirmaba: «Mucha gente en el distrito piensa ahora que el “monstruo” es ciertamente una criatura prehistórica». Y anunciaba exultante: «Es seguro que se la verá de nuevo».

Quizá todo esto hubiera quedado en anécdota de no ser por la pujanza de los medios de comunicación británicos. Ante la extraordinaria noticia, el periódico The Scotsman, de difusión nacional, envió en octubre de 1933 al lago Ness al periodista Philip Stalker.

Éste recogió el testimonio de un hombre que no había creído en el monstruo hasta que vio por sí mismo aquel cuerpo con cuello largo. Quien declaraba esto no era otro que Campbell, que se destaparía como un testigo de excepción de las apariciones del engendro, pues aseguró haberlo visto en 18 ocasiones, incluso a corta distancia. Se ha llegado a calificar a Alex Campbell como «el hombre que inventó al monstruo».

LA SERPIENTE MARINA
El periodista Philip Stalker dio a conocer las conclusiones de su investigación en dos reportajes en The Scotsman. Sostenía que en el lago Ness habitaba una gran «serpiente marina» que habría llegado desde el mar remontando el río Ness.

La gran «serpiente marina» era un monstruo que supuestamente habitaba en las profundidades de los océanos y que aseguraban haber avistado cientos de marinos desde el siglo XVIII. A raíz de los descubrimientos paleontológicos del siglo XIX, algunos naturalistas pensaron que las serpientes marinas podrían ser plesiosaurios, reptiles marinos de gran tamaño y de largo cuello que vivieron en el Mesozoico, hace entre 252 y 66 millones de años.

Con el tiempo, la gran serpiente marina quedó reducida a la leyenda por falta de pruebas de su existencia, pero en 1930 cobró nueva actualidad con la publicación del libro The Case for the Sea Serpent («Argumentos a favor de la serpiente marina»). Su autor, el comandante de marina Rupert Gould, argumentaba de nuevo que el «reptil» era en realidad un plesiosaurio.

El propio Gould aparecería en el lago Ness a finales de 1933 para realizar su investigación particular, en la que concluyó que el monstruo del lago era la gran serpiente marina que se había adaptado al agua dulce. Gould atribuyó al monstruo la forma de un plesiosaurio, imagen que se mantiene hasta hoy.

En otoño, toda la prensa británica se hizo eco del misterio del lago Ness, y en pocas semanas la noticia se internacionalizó. Por un momento, el atractivo turístico del monstruo pareció un alivio contra la Gran Depresión y el lago se convirtió en un popular destino turístico.

El fenómeno llegaría incluso a la prensa española. En diciembre, el corresponsal de La Vanguardia informaba de que miles de turistas habían aprovechado las vacaciones navideñas para acampar en las orillas del lago «en expectación de que aparezca en la superficie de las aguas el monstruo anónimo».

Pero lo que terminaría por dar el espaldarazo definitivo a Nessie, como se le llamó después, fue una foto, la más importante de la historia de los monstruos. El 21 de abril de 1934, el periódico londinense Daily Mail publicaba una imagen, tomada «por un cirujano», en la que se ve algo parecido a un cuello y una pequeña cabeza sobresaliendo del agua del lago Ness. En realidad fue un fraude perpetrado por un individuo llamado Marmaduke Wetherell, que había sido despedido por
el mismo periódico el año anterior precisamente por falsificar pruebas del monstruo. Wetherell elaboró una pequeña maqueta de la cabeza y el cuello del monstruo en cartón y masilla y la pegó sobre un submarino de juguete. Luego lo lanzó al agua y tomó varias fotografías que envió al Daily Mail. Hecho el trabajo hundió la maqueta, así que en alguna parte del fondo del lago se encuentra el «verdadero» monstruo. El engaño de Wetherell sólo se descubriría décadas más tarde.

LOS AÑOS SESENTA
Tras caer en un relativo olvido durante años, el monstruo del lago Ness volvió a cobrar actualidad en la década de 1960, con el ascenso de las paraciencias. Los nuevos investigadores se distanciaban de la idea de que el monstruo fuera un ejemplar de serpiente marina, defendiendo en cambio que se trataba de un animal autóctono de los lagos de Escocia.

Para ello hacía falta demostrar su existencia a lo largo de la historia, y como no había testimonios de la misma anteriores a 1933 se recurrió a reinterpretar leyendas y crónicas del pasado que pudieran aplicarse al caso. Como resultado, no hay libro sobre este tema que no comience la genealogía de Nessie por san Columba de Iona, el monje irlandés del siglo VI que evangelizó Escocia.

Según la Vita Sancti Columbae, del monje Adamnan, en una ocasión, al ver que una persona que cruzaba a nado el río Ness iba a ser atacada por el monstruo, el santo hizo a la bestia el signo de la cruz y la hizo huir. El problema de este relato es que no se trata de un texto histórico, sino de una hagiografía. El monje Adamnan escribió un siglo después de Columba, reproduciendo tradiciones de hechos asombrosos comunes a varios santos, que buscaban ilustrar el triunfo del cristianismo sobre el paganismo de los pictos, los antiguos escoceses.

Desde la década de 1970 se han emprendido diversos proyectos de rastreo del lago Ness con medios técnicos en busca de un animal no catalogado por la ciencia, todos infructuosos. Los turistas, sin embargo, siguen observando la superficie del lago, con la esperanza de advertir un movimiento inusual.

El monstruo del lago Ness se ha convertido en un icono sobre el que proyectar el deseo de que lo maravilloso pueda seguir habitando en las profundidades. Así, se siguen publicando libros sobre el tema y en internet se encuentra más información que nunca. Nessie forma parte de un mundo encantado, pero también de la economía turística y de la identidad escocesas. Con estas evidencias, el monstruo sobrevivirá en la leyenda.

Fuente: National Geographic España.

Ignacio Cabria.

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JESSIE J: LIVING MY BEST LIFE

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Ciencias y Nuevas Tecnologías

Descubren un extraño monstruo marino con un cuello largo y dientes como una trituradora

Un grupo de fósiles de elasmosaurios ha sido descrito finalmente como perteneciente a un nuevo género «muy peculiar» de este monstruo marino, diferente a cualquier otro conocido hasta ahora. Se trata del Traskasaura sandrae y su hallazgo se ha publicado en el ‘Journal of Systematic Paleontology’.

Este monstruo marino destaca por tener un cuello largo y 12 metros de longitud. El Traskasaura sandrae poseía dientes pesados, afilados y robustos, ideales para triturar.

Este monstruo marino poseía una extraña combinación de rasgos primitivos y derivados, única en cualquier otro elasmosaurio. Su singular conjunto de adaptaciones le permitía a este plesiosaurio cazar presas desde arriba. Los hallazgos sugieren que el feroz reptil marino fue quizás uno de los primeros taxones de plesiosaurios en hacerlo.

Los fósiles de 85 millones de años no son nuevos para la ciencia. El primer fósil de Traskasaura fue descubierto en rocas del Creácico Superior en 1988 en el río Puntledge, en la isla de Vancouver. Desde entonces, se han recuperado fósiles adicionales: un húmero derecho aislado y un esqueleto juvenil bien conservado que comprende tórax, cinturas y extremidades. En total, tres animales forman parte de la colección detallada en el nuevo artículo, todos procedentes de la Formación Haslam de la isla de Vancouver.

Fueron descritos por primera vez en 2002 y se hicieron famosos tras ser adoptados por la provincia de Columbia Británica y declarados como el emblema fósil oficial de la Columbia Británica. Actualmente se exhiben al público en el Museo y Centro de Paleontología de Courtenay and District, en Courtenay, Columbia Británica.

El profesor O’Keefe, experto en reptiles marinos de la era de los dinosaurios indica que «los fósiles de plesiosaurio se conocen desde hace décadas en la Columbia Británica». «Sin embargo, la identidad del animal que dejó los fósiles ha seguido siendo un misterio, incluso después de ser declarado fósil provincial de la Columbia Británica en 2023. Nuestra nueva investigación… finalmente resuelve este misterio. La confusión científica en torno a este taxón es comprensible. Presenta una mezcla muy extraña de rasgos primitivos y derivados. El hombro, en particular, es diferente a cualquier otro plesiosaurio que haya visto, y he visto varios», ha añadido.

Traskasaura claramente tenía un cuello muy largo: al menos 36 vértebras cervicales bien conservadas indican al menos 50 huesos en el cuello, y probablemente más. Aunque no se sabe mucho de su comportamiento, la «fascinante y larga lista de caracteres autapomórficos» de los huesos indica una gran capacidad para nadar hacia abajo. El profesor O’Keefe cree que la combinación de sus características inusuales se relaciona con su estilo de caza, donde usaría esta capacidad de nadar hacia abajo para lanzarse sobre su presa desde arriba.

Fuente: Antena 3 Ciencias.

Neila Gallego.

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Desarrollan lentillas que permiten ver lo invisible incluso con los ojos cerrados

Un equipo de científicos chinos y estadounidenses ha creado unas lentillas capaces de traducir la luz infrarroja en luz visible, permitiendo a los humanos acceder a una parte del espectro que normalmente permanece oculta. Estas lentes de contacto, que no necesitan batería ni conexión externa, ya han sido probadas con éxito en ratones y en personas, y podrían revolucionar la visión en entornos de seguridad, medicina y rescate.

Tecnología invisible
Estas lentillas, desarrolladas por investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China junto a la Universidad de Massachusetts, utilizan nanopartículas especiales capaces de absorber luz infrarroja de entre 800 y 1600 nanómetros y convertirla en longitudes de onda visibles. Esto permite al usuario detectar la luz normalmente invisible a simple vista.

En el estudio publicado este jueves en la revista Cell Press, Tian Xue, neurocientífico líder del estudio, explicó que: «Nuestra investigación abre la posibilidad de que los dispositivos portátiles no invasivos proporcionen supervisión a las personas». También añade que «este material tiene muchas aplicaciones potenciales inmediatas. Por ejemplo, la luz infrarroja parpadeante podría utilizarse para transmitir información en entornos de seguridad, rescate, cifrado o antifalsificación».

Una mejor visión con los ojos cerrados
Una de las observaciones más sorprendentes del estudio es que los sujetos que usaban las lentillas percibían mejor las señales infrarrojas cuando tenían los ojos cerrados. Según explica Xue, «lo descubrimos que cuando el individuo cierra los ojos, es aún más capaz de recibir esta información parpadeante, porque la luz infrarroja cercana penetra en el párpado con más eficacia que la luz visible, por lo que hay menos interferencias de la luz visible».

Durante las pruebas, los ratones equipados con estas lentes preferían las zonas oscuras frente a otras iluminadas con luz infrarroja, mientras que los animales sin lentillas no mostraban esa elección. Además, las imágenes cerebrales confirmaron que sus centros visuales se activaban frente a estos estímulos.

Código morse
En humanos, las pruebas fueron igual de concluyentes: los participantes detectaban parpadeos infrarrojos como si fueran señales de código morse. «Está clarísimo, sin las lentillas, el sujeto no puede ver nada, pero con ellas, puede ver claramente el parpadeo de la luz infrarroja», destaca Xue.

Además, las lentillas fueron modificadas para convertir diferentes longitudes de onda infrarroja en distintos colores visibles: azul, verde y rojo. Esto permite una codificación visual del espectro infrarrojo y, según los investigadores, incluso puede ayudar a personas con daltonismo. «Al convertir la luz roja visible en algo parecido a la luz verde visible, esta tecnología podría hacer visible lo invisible para los daltónicos», señala Xue.

Aun con limitaciones
Actualmente, estas lentes solo funcionan con fuentes LED de infrarrojos y no ofrecen una alta resolución sin un sistema externo de lentes adicionales. Sin embargo, el equipo ya trabaja en mejorar la sensibilidad y la precisión.

Fuente: Antena 3 Ciencias.

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