Televisión
‘Cuéntame’ enfrentó a sus demonios a Antonio Alcántara, el antihéroe español que se perdió en sus delirios de grandeza

Las experiencias que atravesamos cuando somos niños acaban definiendo nuestra forma de ser y la manera en la que afrontamos la vida. Todas las vivencias ocurridas durante la infancia son claves en el desarrollo de la personalidad, con el consecuente afianzamiento de nuestros puntos de seguridad y también la afloración de numerosos miedos, traumas o complejos. Por eso, el entorno en el que nos criamos, y los referentes que nos rodean durante los primeros años, son determinantes en la conformación de nuestra identidad y el rol que, poco a poco, vamos desempeñando en este mundo.
Antonio Alcántara asumió casi desde la cuna el papel de ‘segundón’, una pesada losa que ha arrastrado durante toda su vida y a la que se vuelve a enfrentar a las puertas de la vejez, durante la Navidad de 1999 en la que el planeta temió un gran apagón con la entrada del nuevo milenio. Sin embargo, la llegada de Cuéntame cómo Pasó al año 2000 sólo ha traído consigo el colapso de su principal protagonista, que volvió a caminar por el borde del precipicio en un episodio titulado Antonio. La Tierra que ha estado centrado en el personaje interpretado por Imanol Arias.
El patriarca de la familia se ha sentido siempre un segundón no sólo por haber sido el segundo hermano, sino porque además fue fruto de la relación de su madre, Doña Pura (Terele Pávez) con un segundo hombre, Eusebio ‘el Tuerto’. Una figura paternal que, para más inri, le fue arrebatada muy pronto, durante la Guerra Civil Española, cuando apenas era un niño. Antonio siempre creyó que había sido víctima del bando sublevado pero, con el tiempo, descubrió que el responsable de su muerte había sido Don Mauro, que ordenó su fusilamiento por un ataque de celos. El terrateniente de Sagrillas había tenido un romance previo con Doña Pura, del cual nació su hijo Miguel (Juan Echanove), al que Eusebio terminó aceptando y criando como propio en un secreto que guardó todo el pueblo.
Al pequeño Antonio sus vecinos lo apodaron “el Parriba” porque un día se quedó durante horas mirando al cielo para ver si volvía a aparecer un avión que había visto pasar. No hay mejor pseudónimo para un personaje que luchó contra todos esos complejos e inseguridades levantando la cabeza y apuntando siempre a lo más alto. De todo aquello surge un hombre de espíritu soñador y emprendedor que -con el trabajo y sacrificio incesante del que sabe “lo que cuestan las cosas”- logró catapultarse en el ascensor social hasta esferas de la política y el mundo empresarial en las que nunca llegó a imaginarse.
Un hombre, como dicen, “hecho a sí mismo” como la España en la que le tocó vivir, y como tantos otros padres de su generación. Un hombre que se vio obligado a emigrar a la capital, con una mano adelante y otra detrás, para sacar adelante a sus hijos. Allí, en Madrid, empezó como ordenanza, más tarde acabó gestionando varias empresas e incluso, con el tiempo, rozó la cartera de ministro de la mano de Adolfo Suárez. Pero esa ambición desmedida ha venido siempre acompañada de un ego, una altanería, y un ‘quiero y no puedo’, que lo devolvieron mil veces a los infiernos. Unos delirios de grandeza que, en más ocasiones de las deseadas, le hicieron pasarse de frenada, perder el foco y olvidarse de que en su familia tenía realmente su centro.
Antonio, al borde del abismo… por enésima vez
“Soy Antonio Alcántara, vengo desde abajo, antes era bedel ahora empresario del año”. La primera en la frente. El arranque del episodio 411 de Cuéntame nos hace dar un respingo en su primer segundo al escuchar el famoso tema viral de trap que El Coleta y Cecilio G dedicaron hace unos años al protagonista de la ficción de TVE. Un acertadísimo guiño que sella el impacto intergeneracional que ha tenido la histórica producción de Ganga a lo largo de sus dos décadas de trayectoria en televisión. La canción acompaña a una rutinaria escena que concluye con Antonio mirándose durante un buen rato en el famoso espejo del baño en el que tantas mañanas se ha afeitado. Para él, más que una actividad cotidiana, esa puesta frente a su reflejo se convertía prácticamente en todo un ritual para saciar su eterna necesidad de reafirmarse.
Por un momento, y gracias a la ayuda de un montaje que recupera varias imágenes suyas del pasado en esa misma posición, se da cuenta de los efectos que el paso de los años van teniendo sobre su rostro. Es ahí donde al hombre -definido por la voz en off de su hijo Carlos como un “machista, presumido, prepotente y mandamás”- le entran los siete males, pues si hay una batalla que Antonio no ha podido resignarse a perder es la que ha librado contra el tiempo. Además, a sus 73 años, la vida le ha puesto un reto que eleva su vértigo a la máxima potencia: un reconocimiento médico que determinará la renovación (o no) de su carnet de conducir. Pero los nervios le juegan una mala pasada en el psicotécnico y Alcántara decide huir de la prueba, mintiendo a los suyos al asegurar que el resultado fue todo un éxito.
Sin embargo, una llamada de Paquita desde Sagrillas lo pone todo patas arriba: la bodega ha sufrido una avería en su válvula de limpieza y su vino está saliendo sin control por todos los grifos de un pueblo que no deja pasar la oportunidad de aprovecharlo. Otra vez, los negocios de Antonio dándole un nuevo quebradero de cabeza a él y, por consecuencia, a todos sus allegados, a los que no duda en dejar tirados en Madrid a un día de Nochevieja. Antonio pone rumbo a Sagrillas pero no lo hace solo, lo hace al cuidado de su nieta Sol, la hija de Toni y Déborah, interpretada esta vez por la gran Sofía Otero, flamante ganadora -a sus 9 años- del Oso de Plata a la Mejor Interpretación Protagonista en la Berlinale de 2023 por la película 20.000 especies de abejas. Un auténtico diamante en bruto que da pena que haya llegado tan tarde a la serie de TVE.
A pesar de todo, Otero vuelve a brillar en su incorporación in extremis a la ficción para convertirse en otro espejo para Antonio Alcántara. Primero porque la niña, de una inteligencia y labia impropia de su edad, le planta a la cara las verdades a un abuelo al que muy pocos consiguen dejar callado. Después, porque en un irresponsable despiste mientras solucionaba el problema en las bodegas, descuida a su nieta, la cual se pierde durante horas entre los viñedos. De nuevo Antonio, consciente de que se ha vuelto a ahogar en sus pretensiones, se aproxima al abismo frente a su familia.
“La tierra no me ha dado sino disgustos”, asume desesperado, dispuesto a vender las viñas y la bodega a Somoza, uno de sus archienemigos en el pueblo, con el que termina llegando a un acuerdo. Y aunque Sol aparece sana y salva, Antonio parece decidido a poner fin a un tormento para el que siente que ya no tiene edad. “Me estoy apagando como los ordenadores”, asegura el protagonista, haciendo alusión al supuesto “efecto 2.000” que durante aquellos días amenazó a la tecnología del planeta. “Soy una mentira, soy un fraude y me he dado cuenta tarde”, se maldice antes ser abroncado por Toni y Deborah en un nuevo conflicto que abre aún más la brecha familiar que se desató por culpa de la dichosa herencia en vida que el matrimonio decidió dejar a sus hijos.
Es entonces cuando entra en escena Mercedes, su eterno cable a tierra, la única persona capaz de bajar a su marido de las nubes, para convencerlo de que no malvenda unos viñedos que, para él, son más que un negocio, son su historia de vida. Antonio descubre que detrás de la avería de la válvula estaba el propio Somoza, que le tendió una trampa para intentar hacerse con su empresa y tener el control absoluto de los viñedos en la región. Alcántara se hace valer frente al cacique, se enfrenta a él en una discusión en la que rompe el acuerdo de la venta y vuelve a San Genaro recuperando toda la confianza en sí mismo que había perdido. Tanto es así que se vuelve a presentar al reconocimiento médico y logra, al fin, la dichosa renovación del carnet. “Cuando apareces tú se me quitan todos los miedos”, le confiesa a su Milano, a la que promete seguir sintiéndose jóvenes juntos, de la mano.
Hasta que por fin llegan las Campanadas más especiales, aquellas con las que Cuéntame entra de lleno en el año 2000. El futuro ya está aquí. Y acompañado de la canción Lo bueno y lo malo de Ray Heredia, vemos a Antonio otra vez mirando al cielo, como dice la voz de Carlitos, “más fuerte, más grande, más Antonio Alcántara que nunca, como si lo mejor de la vida estuviera aún por llegar”. En ese momento, en la inmensidad de la noche, el protagonista vuelve a ver pasar a un avión. “Parriba”, susurra orgullosa Mercedes.
Antonio Alcántara, “un hombre hecho a sí mismo”
De esta manera, la serie de TVE ha puesto el broche de oro a su personaje más complejo y contradictorio. A un hombre que, a lo largo de las 23 temporadas de la ficción, ha sido muchos padres en uno. Un manchego que arrancó su andadura televisada en 1968 representando a aquel españolito medio, al hombre gris de la época que, con el paso de los años, fue viajando por otros tonos de una gran y variopinta paleta de colores. Un hombre de buenas intenciones que, huérfano de padre desde muy pequeño, sin referentes, tuvo que improvisar y, con sus virtudes y defectos, actuar lo mejor que pudo en el desempeño de su propia figura paternal con sus hijos. Un Quijote del siglo XX con sólo fe en su propio sentido de la justicia que trató de surfear de la mejor manera la evolución y expansión de una España desde los años más oscuros del franquismo hasta su aperturismo y expansión al mundo con la llegada de la democracia.
Un crecimiento como país que él quiso vivir en sus propias carnes, intentando prosperar en la vida, como decíamos, con una gran altura de miras. Decía Imanol Arias hace unos años que aunque el germen en la construcción de su personaje había sido su propio padre, otro de los principales ejemplos en los que, a través de los ojos de Antonio, intentaba proyectarse era el de Juan José Hidalgo, dueño de Air Europa y Halcón Viajes: “Le sirve de espejo, ya que empezó conduciendo autobuses y ha llegado a tener una de las líneas aéreas más importantes del mundo”, reflexionaba el actor en palabras a Ecoteuve. Con ese objetivo siempre presente, Alcántara pasó por todas las profesiones posibles: fue, entre otras muchas cosas, ordenanza, responsable de una imprenta, constructor inmobiliario, dueño de una agencia de viajes, bodeguero e incluso estuvo a punto de ser ministro de la UCD de Adolfo Suárez.
Pero esa sensación incesante de que “lo mejor está siempre por llegar” condenaron siempre a Antonio a un inconformismo y egoísmo que, en numerosas ocasiones, le hicieron tocar fondo. Nos encontramos pues, como reconocía el propio Imanol Arias en una reciente entrevista, ante todo un antihéroe español que ha acabado siendo a su vez espejo para muchos espectadores. “Mi padre, y la generación de mis padres, sabían que estaban formando una generación nueva, diferente. No la entendían, tenían un miedo terrible y eso está reflejado en Antonio. Yo diría que sí es un antihéroe y un trágico en muchos momentos”, señalaba Arias. Un personaje que ya es historia de la ficción española.
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Televisión
Laura Londoño, tras ganar ‘MasterChef Celebrity España’ dejando todo en Colombia: “Estaría feliz de trabajar aquí”

Cuando hace unos meses empaquetó toda su vida en Colombia y puso rumbo a España junto a su familia, Laura Londoño no imaginaba estar una mañana de diciembre con el trofeo de MasterChef Celebrity 8 en sus manos. Un premio ganado a base de trabajo y autodeterminación, y que levantó por primera vez en la gran final del programa de La 1 que se emitió este jueves ante ante 1,2 millones de espectadores en prime time.
Todavía con la emoción del momento, la actriz explica qué le llevó a paralizar su carrera como actriz, en auge tras el éxito mundial de Café con aroma de mujer, por iniciarse en los fogones a kilómetros de casa. “Muchas veces en mi vida me veía viviendo aquí”, declara, al tiempo que confiesa que al embarcarse en ese “juego” tuvo “una dosis de valentía e ignorancia, porque no sabía dónde me estaba metiendo”.
Ahora, tras la exposición del talent show de TVE, Londoño cuenta cuáles son sus planes profesionales más inmediatos y aunque no desvela si le han llovido ofertas en producciones españolas a raíz de MasterChef, sí asegura que una de sus metas es hacer carrera en España: “Estoy disfrutando mucho esta ciudad y estaría feliz de trabajar más aquí. Vamos a ir viendo, seguramente van a salir cosas maravillosas más allá de lo que tengo ahora mismo”.
Tras protagonizar una serie de éxito mundial como Café con aroma de mujer te lloverían las ofertas. ¿Por qué decidiste parar por unos meses tu carrera como actriz para sumarte a esta aventura en un programa de entretenimiento, y en otro país?
Precisamente por todo eso que acabas de mencionar. Era una gran aventura y a mí me gustan las aventuras. Era un concurso y a mí me encanta jugar, con toda la seriedad con la que me tomo el juego, que es mi trabajo. Para mí la vida se trata de jugar y en el momento que dejamos de hacerlo ya estamos como viviendo horas extra. Es muy importante para mí en la vida no dejar de sorprenderme a mí misma, de descubrirme ante retos que no conozco, experiencias nuevas… Y España es un país que amo, que adoro, que he tenido la oportunidad de visitar otras veces y siempre he disfrutado enormemente, y muchas veces en mi vida me veía viviendo aquí. Ahora con mi familia era el paquete perfecto.
MasterChef es un formato que había visto, que había disfrutado y padecido como espectadora. Y hay una dosis de valentía, porque era un cambio muy grande, y también de ignorancia, porque aunque hubiera visto el formato algunas veces, ni siquiera el de España sino el de Colombia, no sabía dónde me estaba metiendo. Cuando dije ‘sí’ empecé a ver el programa y ahí me entraron los nervios infinitos. Entonces me puse a estudiar como loca y a entrenarme, con esa mira de venir a España a tener esta aventura con mi familia.
Cuando hiciste las maletas y te mudaste con tu familia a España por MasterChef, ¿cuáles eran tus expectativas?
Agradezco mucho a mi familia, y se lo decía durante el proceso, porque yo les dije que nos teníamos que embarcar en este viaje, con todo lo que eso implicaba, y me dijeron ‘listo, vamos’. Me preguntaron por cuánto tiempo y yo no tenía ni idea, podía ser poco y qué horror, ¡qué miedo! Podían echarme de MasterChef a la semana, pero como plan de familia decidimos que sí o sí nos íbamos a quedar dos meses. Y al final terminé haciendo el programa completo.
Cuando ya llegué al programa, por más que hubiéramos decidido quedarnos dos meses pasara lo que pasara, sabía lo que había significado para todos y para mí ese movimiento, y toda la energía que pusimos en hacerlo, que creo que por eso luché tanto para aprender de cero. No sabía cocinar nada, y no es una exageración: ¡nada! Y lo trabajé tanto para poder mantener esta aventura. Eso poco a poco me fue llevando a lo que vimos ayer: esa victoria que me hace sentir tan satisfecha, tan feliz y tan agradecida con ellos y conmigo.
Ahora indudablemente ha merecido la pena la apuesta, pero ¿en algún momento del programa dudaste de si habías tomado la decisión correcta dejándolo todo por MasterChef?
¡Claro! Quinientas veces. Pensaba ‘estoy loca, ¿a mí quién me manda? ¿por qué? ¿en qué me metí?’. Obviamente. Y no sólo esa duda, todo tipo de dudas. Siempre he sido una persona que duda un montón de sí misma, pero también tengo una autodeterminación tremenda. Es una mezcla rara. Y es verdad que veo el programa y no me veo como que dude tanto, pero por dentro soy un manojo de nervios, creo que todos son mejores que yo, que me van a ganar y que me van a echar en cualquier momento, que no sé qué estoy haciendo aquí… Y eso mismo me hace entrar en acción con esa determinación que tengo para estudiar más y más. Mi esposo me decía ‘Laura, tranquila, es un juego’. Así que sí, la duda siempre estuvo presente.
¿Crees que el hecho de ser un perfil nuevo en la televisión española ha jugado a tu favor, o has sentido que tenías que remar a contracorriente o que tenías desventaja respecto a tus compañeros?
Creo que las dos cosas. Esa frescura que mencionas la pude sentir en el comienzo del programa, que no sabía quién era nadie y no tenía ninguna idea preconcebida sobre mis compañeros. Eso creo que jugó a favor, porque venía más ligera de equipaje. Empecé de cero conociéndome genuinamente con todo el mundo, en las circunstancias en las que estábamos y no con lo que creía que alguien era o no era. Pero sí es verdad también que al venir de fuera a un entorno en el que todos se conocen entre sí, y ven que de no conocerme paso a ganar pruebas, también sentía eso.
Además, en un país en el que la gastronomía es tan enorme y tan maravillosa como lo es en España, veía que no eran mis sabores y tenía que replicar platos que nunca en mi vida había probado. No sabía a qué tenían que saber, no estaba en mi ADN. Eso era, obviamente, una desventaja desde ese lado para mí. Pero precisamente porque sentí esa desventaja desde el principio, que sabía que me iba a enfrentar a personas que cocinaban más que yo por esa tradición gastronómica, fue lo que me hizo estudiar tanto, ir a tantos restaurantes, tener tantos profesores y dedicarle tantas horas. Seguía creyendo que no estaba preparada y seguía preparándome hasta adquirir habilidades que me llevaron lejos.
Muchos espectadores veían claro un duelo contra Blanca Romero, que finalmente se quedó fuera de la final. ¿Tú también lo visualizabas? ¿Te habría gustado?
Me hubiera encantado. Me divertí mucho con Blanca, le decía que quería que llegásemos juntas a la final y ganásemos las dos. Me hubiera gustado mucho porque es una gran participante, una compañera, una amiga, una mujer muy divertida y la quiero mucho. Disfruté mucho con ella, y yo también me imaginé ese duelo.
A otros ganadores de MasterChef Celebrity, su paso por el programa les ha beneficiado profesionalmente al situarles en una posición mediática importante. ¿Cuál es tu objetivo tras ganar MasterChef? ¿Buscas hacer carrera en producciones de ficción españolas? ¿Has notado ya el impacto positivo en forma de ofertas?
Ahora estoy con el lanzamiento de Feroz, que es una marca de maquillaje que realmente lancé el año pasado en España aun sin saber que vendría a hacer MasterChef, ¡bendita coincidencia! Ahora estoy con ello más que nunca, abriendo puntos de venta. El maquillaje es como una herramienta que tenemos las mujeres en nuestro día a día y a mí me gusta compartir mi experiencia personal, de lo que ha significado para mí el hecho de conquistarme como mujer. No me sentía muy contenta con nuestra feminidad, porque sentía que era una desventaja, y a lo largo de los años he ido ganándome ese terreno. Es un proyecto muy especial para mí y es el que me tiene más anclada a España en este momento.
Ahora regreso a Bogotá dos meses a grabar la segunda y tercera temporada de Manes, que es una serie de Amazon Prime Video, una comedia romántica sobre cómo las mujeres vemos a los hombres en manada. Es muy divertida y muy linda. Y bueno, no sé. En España estoy feliz y encantada. Lo que más feliz me hace es ver a mis hijas felices aquí, estoy disfrutando mucho esta ciudad y estaría feliz de trabajar más aquí. Vamos a ir viendo, seguramente van a salir cosas maravillosas más allá de lo que tengo ahora mismo.
Televisión
TVE confía en un mítico ganador de ‘Pasapalabra’ para presentar su “nuevo” concurso, que vuelve tras 17 años

TVE sigue buscando nuevos formatos de entretenimiento que impulsen su parrilla, y confiando en los concursos. Y lo demuestra porque, prepara una nueva adaptación de Jeopardy!, el espacio que ya condujo Carlos Sobera en Antena 3 en el año 2007, que tendrá una gran sorpresa como presentador: la cadena pública ha decidido dar una oportunidad a Paco de Benito.
El mítico ganador del Rosco de Pasapalabra en el año 2014, cuando se embolsó 362.000 € en el que era su segundo paso por el formato (tras concursar en 2009), inició desde entonces una carrera televisiva especialmente destacada por participar en Supervivientes en el 2016 (donde hizo un buen papel, quedando sexto), en Alta Tensión en 2021 y en el Mundial de Pasapalabra en 2022. Pero esto supone su primera experiencia como presentador.
TVE no ha definido el horario de emisión de esta nueva apuesta, pero sí que tiene ya calendarizadas sus grabaciones: serán en las instalaciones de RTVE en Sant Cugat y se llevarán a cabo en este mismo mes de diciembre para acabar enero.
Paco de Benito es el elegido por la cadena pública para conducir esta nueva adaptación de un formato que es un emblema en Estados Unidos, donde se emite desde la década de los 60. Sin embargo, en España no tuvo mucha suerte en su único precedente. Fue en el año 2007 cuando Antena 3 se lanzó a probarlo con un seguro al frente como Carlos Sobera, pero no convenció y acabó despidiéndose apenas tres meses después de su debut.
Ahora, la cadena pública vuelve a confiar en Jeopardy! con una nueva adaptación que, de entrada, tendrá como gran aliciente el salto de concursante a presentador de Paco de Benito.
Con El Cazador asentado, El Comodín emitiendo reposiciones y Cifras y Letras esperando a sumarse al incombustible Saber y Ganar; TVE sigue buscando concursos que puedan darle un impulso a su parrilla, a la espera de desvelarse si esta nueva apuesta llega para la parrilla diaria o como gran formato de prime time.
Así es ‘Jeopardy!’
Jeopardy! es un concurso creado por Merv Griffin que sigue la premisa clásica de preguntas y respuestas, pero “da la vuelta” a la forma de realizarse: es el programa el que plantea la respuesta, y son los concursantes los que tienen que hacer la pregunta.
Originalmente, tres participantes compiten por un premio en metálico enfrentándose a un panel que tiene muchos monitores de televisión, que dan pie a distintas materias como historia, lenguas, literatura, cultura popular, bellas artes, ciencia, geografía y deportes.
Tiene tres rondas: la primera con seis categorías y distintas respuestas para elegir, la segunda en la que apostaban parte o la totalidad de su acumulado, y la tercera y final en la que apostaban en secreto y había más categorías. Al final, lógicamente, el que mejor hubiese apostado evitando pérdidas y acumulando ganancias, lograba la victoria.
Televisión
Españoles, Herminia ha muerto: así ha sido el último adiós de María Galiana en el final de ‘Cuéntame cómo pasó’ en TVE

Españoles, Herminia ha muerto. Cuéntame Cómo Pasó ha emitido este miércoles su capítulo final en La 1 de TVE en una entrega marcada por el fallecimiento del personaje protagonizado por María Galiana. La abuela de la familia Alcántara completó el árbol de la vida y dio su último aliento, como preveíamos, bajo la encina que había plantado su padre el día que nació.
El esperado momento, anticipado en el primer capítulo de la temporada, llegó en el tramo inicial del episodio. Con Carlos y Karina ya en España, sanos y salvos tras volar en avión desde Nueva York el mismo día de los atentados de las Torres Gemelas, Herminia pide a su nieto un rato a solas para tener una profunda conversación.
En ella, el personaje de María Galiana le traslada al joven varios de sus últimos deseos: que en su entierro nadie vaya de luto, que no haya coronas de flores, y que sus seres queridos bailen un pasodoble en su honor. Además, termina encomendando a Carlos el objetivo de cumplir con su legado: que sea la unión de una familia rota por las desavenencias surgidas entre ellos durante los últimos años, con aquella dichosa herencia en vida de Mercedes y Antonio como gran detonante de la disputa.
“Tú eres el que lo tienes que arreglar porque tú conoces la historia de esta familia y tú eres el que puede hacer que siga para adelante. Eres escritor y has sabido contar muy bien todas las cosas que han pasado. Tú debes conseguir ahora que pasen cosas buenas para luego escribirlas”, le hace saber al ‘heredero’. Un diálogo que culmina con la matriarca pidiéndole a su nieto un beso que Carlos le otorga sin saber que sería el último. El protagonista decide entonces dejarla sola para que descanse y allí, bajo la encina, bajo el gran árbol de su vida, Herminia acaba dando su último aliento.
Así vivió Ricardo Gómez su última escena con María Galiana
De esta manera, el público de La 1 era testigo de una emocionantísima escena que, tal y como ha expresado Picardo Gómez, no fue un momento “muy duro” para los dos actores: “Al revés, fue todo lo contrario. Yo no me lo tomé como algo muy duro, me lo tomé pensando en que estábamos ahí para darle el cierre que pienso que Cuéntame merecía, un final digno. Que ya se podrá entrar en materias subjetivas de si uno piensa que tendría que haber sido hace años, o en el momento correcto, o no, pero bueno, al menos es un cierre digno. No es que de un día para otro no hay más Cuéntame, sino que se ha dado la posibilidad de escribir un final. Yo creo que la manera que tuve de enfocar aquello es como una oportunidad de pasar un rato con gente a la que quieres mucho e intentar poner todo ese cariño y toda esa emoción al servicio de la historia”, explicaba el intérprete.
Ricardo Gómez, que recuerda que a María Galiana “lo de la ‘abuela de España’ le hace gracia relativa”, explica que la actriz es una de las personas con las que más contacto ha tenido durante sus cinco años fuera de la serie: “Para mí fue más la ilusión de volver a rodar con ella, que no la idea en sí. Nosotros como intérpretes no podemos adquirir el mismo enfoque que el espectador, porque si no estaríamos llorando mientras lo estamos rodando”, reflexiona el protagonista, que cree que “Cuéntame está muriendo con la misma dignidad con la que está muriendo Herminia”.
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