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ALTEA ( Alicante )

Entre el mar y la montaña se encuentra un pequeño paraíso de la Costa Blanca, el precioso destino de Altea. Un pueblo que transmite calma y donde el tiempo parece que no pasa. ¿Te vienes a conocer la esencia mediterránea que caracteriza este lugar conocido como la cúpula del Mediterráneo?

Qué hacer en Altea
En Altea se diferencian dos zonas: una a las orillas del Mediterráneo y, por otro lado, el casco antiguo. Si nos adentramos en sus calles estrechas y empedradas, iremos dejando a un lado las casas blancas repletas de coloridas flores y abriendo paso a rincones escondidos y miradores, hasta llegar a la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo. Un casco antiguo icónico que respira historia marcada por los musulmanes.

Altea es todo un paraíso en pleno Mediterráneo. Solo tienes que recorrer sus más de 6 kilómetros de costa y conocer su gran variedad de playas como L’Olla, Solsida, Cap Negret, Albir, Cala del Mascarat o La Roda. Estas playas se caracterizan por ser de cantos rodados y no de arena e, incluso, algunas de sus calas están bien escondidas entre grandes acantilados. Sin duda, pasar un día en uno de estos rincones es pura magia. Aquí podrás disfrutar del sol, de la brisa mediterránea y de la tranquilidad, ya que no están muy masificadas.

Si eres de los que les gustan las aventuras, no pierdas la oportunidad de coger un kayak y remar hasta uno de los grandes tesoros de altea: la isla de la Olleta. Se trata de una isla que se ubica dentro del Parque Natural de Serra Gelada y en la que se han encontrado restos arqueológicos de la época romana. Esta isla no está muy lejos de la costa, por lo que podrás llegar sin ningún problema. Y si eres más de bucear o practicar snorkel, sus aguas cristalinas son ideales para contemplar su maravilloso fondo marino.

También hay espacio para la naturaleza. Un buen ejemplo es la Sierra de Bèrnia, cadena montañosa que separa las comarcas de la Marina Alta y la Marina Baixa y en la que encontramos las ruinas del castillo y un campo de golf. Aquí puedes hacer rutas tan bellas como emocionantes, como son la Ruta de los Arcos o la Ruta del Forat de Bèrnia. Otro paraje natural de gran importancia en la zona es el Parque Natural de la Serra Gelada, con infinitos senderos para amantes de la naturaleza.

Al ser un enclave privilegiado, su gastronomía también lo es, ya que fusiona el mar y la huerta. Entre sus platos típicos podemos encontrar arroz a banda, paella con boquerones o arroz del senyoret.

No importa si eres de mar o de montaña, en Altea hay un hueco para ti. Saborea el Mediterráneo, toma una foto de su casco antiguo y respira aire puro en los parajes naturales. Altea te espera.

Cómo llegar:

Por carretera, la autopista A-7, salida 64, llega a Altea y la carretera N-332 (Valencia-Alicante) atraviesa la población. Posee estación de ferrocarril de la FGV, lnea Alicante-Dénia. Hay servicio de autobuses que comunican el municipio con el resto de la provincia. El aeropuerto del Altet (Alicante) se encuentra a 61 km.

 

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ASPE ( Alicante )

Aspe y su término municipal, juntamente con los de Novelda y Monforte del Cid, forma la cuenca meridional del valle medio del Vinalopó. Su extensión asciende a 69, 79 Km2, limitando al Norte con Novelda, al Este con Monforte del Cid, al Sur y Sureste con Elche y Crevillente, al Oeste con Hondón de las Nieves y al Noroeste con la Romana. Aspe dista a 4 km de Novelda, 5 km de Monforte del Cid, 8 km de Hondón de las Nieves, 12 km de Elche, 13 km de La Romana y Crevillente, 25 km de Alicante, 60 km de Murcia, 190km de Valencia y 399 km de Madrid. Su vértice geodésico en el centro de la población es de 0º, 46’, 2’’ de Longitud Oeste, y 28º, 20’, 48’’ de Latitud Norte, con una altura de 238 metros sobre el nivel del mar. Se halla inmerso en el amplio dominio árido del sureste español que comienza bruscamente al sur de la serranía alcoyana. Es el clima estepario con honda repercusión en la vegetación y los cultivos, el rasgo  que mejor define estas tierras del sur de la provincia, formadas por llanos litorales y amplios corredores entre las pequeñas sierras interiores.

Las primeras referencias sobre Aspe se refieren a evidencias antiguas de poblamientos prehistóricos, siendo las primeras citas las de D. Jiménez de Cisneros, que en 1906 marcarán el inicio de las investigaciones geológicas y prehistóricas en este tramo de la cuenca del Vinalopó.

Los hallazgos de restos líticos atribuidos al período Musteriense, permitieron que Aspe se mencionara como lugar de referencia en el que se ha considerado el primer manual español de Prehistoria, El hombre fósil, publicado en 1916 por H. Obermaier.

Será a finales del siglo XX, cuando se realizó el primer estudio en profundidad de las “Terrazas del Vinalopó”, nombre que J. Ribelles atribuye a diversas zonas de dispersión de las industrias líticas formadas por cerros y lomas suaves y surcadas por barrancos del río Vinalopó, entre los cuales el más conocido es el barranco de la Coca.


Los datos más recientes permiten concluir que esta amplia dispersión de materiales musterienses corresponden a la presencia de áreas de aprovisionamiento y talla de sílex asociados a grupos de neandertales, con una economía basada en la caza y la recolección. La cronología de estos yacimientos se ha fijado en el Paleolítico Medio.

Por el momento no se han encontrado restos de los hombres de Cromañon tampoco del período Neolítico, o de la Edad del Cobre (período conocido como Calolítico o Eneolítico). Los primeros asentamientos humanos en Aspe, con construcciones de piedra, corresponden a la Edad del Bronce, y se localizan en  cuatro yacimientos: La Horna, Tabayá, Mesa de Piedra y Las Tres Hermanas. Algunos de los materiales encontrados en estos poblados: fragmentos cerámicos, molinos de piedra y dientes de hoz de sílex pueden contemplarse en el Museo Histórico de Aspe. De entre todos los yacimientos, El Tabayá es uno de los de mayor interés para la Edad de Bronce de la España mediterránea, con una ubicación privilegiada en cuanto a control visual sobre el Medio Vinalopó y sus valles y el Bajo Vinalopó y su costa, lo que explicaría su larga secuencia de ocupación que abarca entre el III y II milenio y probablemente hasta la primera mitad del I milenio a.C (a falta de confirmarse la procedencia de los últimos hallazgos).


La cultura Ibérica se desarrolla a partir del siglo VI a. de C. De esta cultura se han identificado varios poblados en Aspe: El Gorroquinto, El Tolomó, el Castillo del Río y Tres Hermanas. Y en fechas recientes se ha descubierto un nuevo punto arqueológico en las cercanías del Castillo del Río, el yacimiento conocido como Altos de Jaime.

Será con la cultura romana cuando Aspe comienza su etapa histórica. Autores clásicos como Ptolomeo, citan a Iaspis en un texto escrito en griego del siglo II d.C., refiriéndose a poblaciones de la región ibérica llamada Contestania; y encontramos otra mención, Aspis en el “Itinerario Antonino” (s.III d.C.) donde aparecen recopiladas las rutas del Imperio Romano. Aspis sería un conjunto de alquerías sobre la confluencia de los cursos fluviales Tarafa-Vinalopó, lugar de parada y abastecimiento de la Vía Augusta, que en el siglo II de nuestra era comunicaba Roma con Cartagena, bordeando la costa mediterránea.

De la pervivencia de Aspis durante la etapa visigoda se ha podido confirmar por el hallazgo de los siguientes yacimientos: Castillo del Río y necrópolis, yacimiento partida de Verdegás, y necrópolis de Vistalegre.

El Aspe musulmán coincide con la ubicación del Aspis romano, en torno a la confluencia de los ríos Tarafa y Vinalopó. En esos momentos (s. XI) forma parte de la denominada Cora de Tudmir, que cambiará con frecuencia de soberanía pasando en ese mismo siglo al reino de la Taifa de Dénia, apareciendo con el nombre de Ash, en una cita del geógrafo árabe Al-Udri en su obra Tarsi al-Ajbar, al describir los lugares del itinerario de Murcia a Játiva.

El recinto fortificado árabe, denominado Castillo del Río es donde se localizaría el denominado “Aspe el Viejo”, puesto que a mediados del siglo XIII se funda un nuevo emplazamiento denominado “Aspe el Nuevo”. Este nuevo lugar surge para poder aprovechar las aguas del río Tarafa, que fueron canalizadas mediante las acequias Fauquí y Aljau creando unas extensas zonas de huertas muy fértiles; mientras que las construcciones se ubicarán en las zonas no aptas para el regadío, en torno a la actual Plaza Mayor con un trazado irregular de calles, algunas sin salida, con abundantes rinconadas. Hasta mediados del siglo XIII sabemos que conviven las dos comunidades, siendo a partir de la muerte del último señor de Aspe el Viejo, Zayd Abu Zayd, acaecida en 1270 cuando ya no se vuelve a nombrar el Castillo del Río o Aspe el Viejo.

A partir de la Reconquista llevada a cabo por el rey Jaime I, se determina la evolución histórica de Aspe con el Tratado de Almizrra en 1244, quedando Aspe incluida dentro de la Corona de Castilla. En 1296, Jaime II invade estos territorios incorporándose Aspe al señorío musulmán de Crevillente hasta su extinción en 1318, pasando después a la Procuración General de Orihuela.
En 1304, un nuevo acuerdo entre Castilla y Aragón, la Sentencia Arbitral de Torrellas, variaba la frontera entre ambos reinos, pasando entonces Aspe a la soberanía del reino de Valencia y por tanto a la Corona de Aragón.

Durante los siglos bajo-medievales Aspe será un lugar de señorío, es decir, que su administración se otorgaba a un noble, que pasaba a ostentar la soberanía del lugar por concesión real.

La guerra “de los dos Pedros” (1356-1369) entre Pedro I (Castilla) y Pedro IV (Aragón), se desarrolló en estas tierras, provocando fuertes destrozos en las cosechas, ganadería, comercio y especialmente significó una merma importante en cuanto a población. Finalizada la contienda, Aspe será donado al capitán de las Compañías Blancas, el inglés Sir Hugo de Calviley, quién la devolvió a la Corona Aragonesa mediante venta en 1383.  Posteriormente, y por un período de dos años, Pedro IV, dona Aspe a su cuarta esposa Sibila de Fortiá como dote de boda; pero su sucesor, Juan I de Aragón, días antes de fallecer su padre, despojó a su madastra doña Sibila de sus posesiones, cediéndolas a su esposa doña Violante de Bar, hasta que en 1424 vende Aspe al noble aragonés Alfonso Ximén Pérez de Corella. Esta familia gobernará Aspe y Elda durante setenta y tres años.

En 1497, don Gutierre de Cárdena compra la villa de Aspe a don Joan Roig de Corella, conformando con Elche y Crevillente el Marquesado. Las tres villas, junto a Torrijos y otros lugares, permanecieron bajo la misma administración señorial hasta el siglo XIX.

Los albores del siglo XVII son determinantes en la historia de Aspe por la expulsión de los moriscos. La mayoría de los vecinos que contaba Aspe en el año 1609 abandonan la población, quedando ésta prácticamente vacía, las labores agrarias paralizadas, y, en definitiva, suspendidas la mayor parte de las actividades económicas. El Señor titular de la Villa intentó paliar el vacío demográfico atrayendo a gentes de otras zonas. Se crea para ello la «Carta Puebla», el 22 mayo de 1611, documento por el cual el Duque de Maqueda hacía donación de lotes de tierras a los nuevos colonos. La casa señorial de Maqueda-Arcos-Altamira percibía la gran mayoría de los impuestos, y por ello promovió y financió los edificios más singulares de Aspe: el Ayuntamiento, terminado de construir en 1641, el hospital, la Casa Palacio y la Iglesia Parroquial, cuya obra se inició a finales del siglo XVII.

Durante el siglo XVIII se produce un considerable aumento demográfico que se traduce con la expansión urbanística de Aspe. La documentación conservada revela el surgimiento de un barrio nuevo, caracterizado por viales rectilíneos: calle Virgen de las Nieves, la Cruz, Nueva y Sol, junto con varias adyacentes. Sin embargo, también se alternará con frecuentes momentos de crisis debido a sequías y epidemias.
El siglo XIX trae importantes cambios administrativos. En 1834, se constituye la provincia de Alicante como tal y en 1839 se produce la separación de la pedanía de Hondón de las Nieves. En 1851, una serie de disposiciones legales terminan con el Régimen Señorial y la Casa de Altamira cede los derechos de la tierra a los enfiteutas aspenses mediante venta.

Las décadas finales de este siglo y las iniciales del s. XX suponen un nuevo impulso en el desarrollo urbanístico de la ciudad, y es entonces cuando se construyen edificios como el Mercado de Abastos, Residencia de Ancianos Virgen de las Nieves, las Escuelas Nuevas o el Teatro Wagner.
El siglo XX es en su primera mitad época de estancamiento, pero a partir de los años cincuenta Aspe experimentó un desarrollo verdaderamente espectacular tanto en el aumento de población como en los diversos aspectos económicos: agrícola, industrial y de servicios. La agricultura se transformó profundamente, no sólo por el gran aumento del regadío, sino por la orientación de todo el espacio agrario hacia una agricultura de mercado tanto nacional como exterior basada en la uva de mesa y frutales.

Aspe es hoy un pueblo moderno y próspero con unas bases sustentadas principalmente en la agricultura y la industria, aunque con un comercio creciente.

Lo más destacado de la agricultura es la uva de mesa, que logró en el año 1988 la denominación de origen Uva de mesa embolsada Vinalopó, junto con la de los municipios vecinos de Novelda, Monforte del Cid, Agost, Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes y La Romana. Además de la Uva de Mesa, en los últimos años se está extendiendo el cultivo de olivos, almendros y granados.

El otro sector destacado es el de la industria que se encuentra afincado principalmente en tres zonas urbanas, ubicadas a las salidas de Aspe hacia las localidades de Elche, Novelda y Alicante. Los tres polígonos destacados serian:

Polígono Industrial Tres Hermanas. Ubicado a los pies de la Sierra de las Tres Hermanas, sus dos fases se encuentran divididas por la carretera que une Aspe con Elche. Sus calles albergan naves industriales principalmente de calzado y mueble, aunque también destacan otras industrias como las alimenticias, almacenaje, hostelería y una gasolinera. En la segunda fase todavía quedan algunas parcelas por desarrollar.
Avenida de Navarra – Polígono Industrial Aljau. La Avenida de Navarra es la vía que une el núcleo de población de Aspe con la vecina localidad de Novelda. Durante la segunda mitad del siglo XX se ubicaron nuevas empresas junto a la carretera de Novelda, hecho que motivó la urbanización de un polígono industrial alrededor de la Avenida de Navarra y la carretera de Novelda, en el paraje denominado El Aljau. Sus calles, bautizadas con nombres de municipios de la provincia de Alicante, albergan una industria diversificada de calzado, mueble, construcción, alimentación, neumáticos y varias gasolineras. Además, desde 2009 en él se encuentra ubicado el Punto Limpio o Ecoparque Municipal.
Carretera de Alicante – Sector 7. Al igual que en la Avenida de Navarra y Carretera de Novelda, en la margen derecha que une Aspe con Alicante se ubicaron una serie de industrias principalmente relacionadas con el calzado y el mueble.
El comercio tradicional de Aspe ha ido avanzando hacia una diversificación y especialización comercial que hace que, hoy en día, se pueda encontrar prácticamente todo tipo de productos sin salir de Aspe. El municipio, conserva su comercio tradicional con el claro referente del Mercado de Abastos, uno de los más importantes de toda la comarca en cuanto a alimentación se refiere. Éste mercado se complementa con el mercadillo que se instala en sus alrededores cada martes y jueves donde se venden otros productos como textiles, limpieza, menaje, floristería, etc.

Fuente: turismo de Aspe.

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Dos detenidos por intentar robar un barco en El Campello para transportar droga y personas a Argelia

La Policía Local de El Campello ha frustrado el robo de una potente embarcación en el puerto deportivo y ha detenido a dos sospechosos, de nacionalidad magrebí, quienes presuntamente pretendían utilizarla para transportar drogas y personas a Argelia, según ha informado el Ayuntamiento en un comunicado.

El suceso ha ocurrido en la madrugada de este domingo, 1 de septiembre. Sobre las 1:30 horas, se recibió en la Jefatura de Policía una llamada telefónica de un marinero del Club Náutico que alertaba de la presencia extraña de dos hombres en los bajos de un conocido restaurante, agazapados junto a unos arbustos, mientras observaban detenidamente a las embarcaciones amarradas.

Al llegar los agentes, un marinero del chiringuito del Club Náutico comunicó que un individuo había accedido a una embarcación, que intentaba manipular. Los dos, de nacionalidad magrebí, accedieron al interior de los pantalanes del club tras escalar la valla protectora.

Las patrullas dispusieron un cordón policial alrededor de las instalaciones portuarias. Uno de los presuntos ladrones huyó hacia el sur y otro dirección norte, pero ambos fueron neutralizados y detenidos, y puestos a disposición de la Guardia Civil, que se sumó al operativo. Un tercer hombre, que portaba un móvil con el que daba instrucciones y realizaba labores de vigilancia, consiguió escapar. La Guardia Civil realiza ahora las labores propias de identificación, localización y detención.

Se da la circunstancia de que el puerto de El Campello ha sufrido durante los últimos meses varios robos de embarcaciones de gran potencia, capaces de alcanzar altas velocidades. Esta red de delincuentes se dedica al transporte de drogas y de personas desde Argelia a la costa española. Conocedores de que en la costa andaluza están sometidos a una fuerte y constante presión de vigilancia, han desplazado su acciones a Murcia y la Comunidad Valenciana.

Según la ley, las embarcaciones a partir de 8 metros de eslora y 200 caballos de potencia están obligadas en España a disponer de permisos especiales de Aduanas y Hacienda, al ser consideradas objetos para transporte de personas y drogas. Ese es el motivo por el que estas redes de delincuencia optan por robarlas en los mismos puertos, y no transportarlas por carretera, ya que la Guardia Civil les requeriría una documentación de la que no disponen.

La embarcación que pretendían robar, de gran eslora, dispone de dos motores que suman 600 caballos de potencia, capaces de cubrir el trayecto desde la costa argelina o marroquí hasta la alicantina en un tiempo mínimo de cuatro a cinco horas. También ha sido requisado un vehículo de alta gama.

Fuente: TodoAlicante.

Alejandro Hernández.

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Alicante

Asertos, el proyecto alicantino de regeneración urbana convertido en referente europeo

Caminar por el barrio del Cementerio de Alicante de la mano de Neus Maronas Morant es no llegar nunca al destino. Se para en cada puerta a saludar y conoce a todas las mujeres y hombres que se refugian de las altas temperaturas ‘a la fresca’ en la pequeña sombra que ofrecen sus casas en plena calle o bajo un árbol. Neus, junto con Dani Millor Vela, son las dos almas de Asertos, un proyecto que lleva desde el año 2017 trabajando en uno de los barrios con mayor índice de exclusión social de Alicante, junto con un equipo de voluntarios.

Estas dos partes son Quatos y Arquitectos sin Fronteras, las dos entidades detrás de Asertos y el proyecto de regeneración urbana comunitaria -ya convertido en programa y exportado a otros barrios y municipios-. Dani es quien habla de la filosofía detrás de sus actuaciones, de cohesión social y autonomía o del significado de aserto, una palabra que no por poco habitual deja de ser significativa. Y es que según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua este término indica la «afirmación de la certeza de algo». Este es justamente el centro de este proyecto, el convencimiento de que en la conexión entre las personas, en lo comunitario, está el cambio social.

Pero hablar de Asertos es ir mucho más allá de las palabras elocuentes que envuelven la filosofía de esta organización. Tras la regeneración urbana comunitaria hay un proyecto que ha mejorado la vida de las personas en uno de los barrios más empobrecidos de la capital. «Lo que hacemos es poner la obra e inversión necesarias para que mejoren las condiciones de vida de una zona al servicio del desarrollo comunitario», explica Millor.

En hechos: han puesto en marcha la construcción comunitaria de espacios: plazas, huertos, zonas de merenderos; pero también ha mejorado las viviendas de varias familias en estas zonas. Es el caso de Marta -nombre ficticio- una mujer con acondroplasia, enfermedad que además han heredado varios de sus hijos, y a la que esta entidad reformó su vivienda. Pero no es la única ni esperan que sea la última – pendientes de la financiación para 2024-.

Pero el proyecto va más allá de la mera reforma de casa. Maronas explica que esta es la parte más llamativa pero lo relevante es el sistema comunitario que a través de Asertos se está generando. Como Juan -nombre ficticio- que se encarga de cuidar la caseta de madera que están realizando a través de un convenio con la Universidad de Valencia, y que desde esta entidad confían en que se convierta en un espacio más en el que celebrar cumpleaños o eventos comunitarios, pero también talleres o cursos con otras entidades de la ciudad.

Mientras Juan explica que ha plantado menta y azaleas en las jardineras, llega Marcos -nombre ficticio-. Este vecino carga con maderas preparadas para acabar el techado del sombraje al lado de la caseta. Él también es el responsable de la plaza que se ha creado cerca de esta zona, en la que se han plantado árboles para marcar el camino y evitar que se tiren escombros.

El barrio colabora en mejorar el entorno y ese es el secreto de Asertos. «Trabajamos con la gente para que se generen conexiones a nivel interno y se visibilicen los talentos dentro del barrio y se participe de la transformación», destaca Millor.

La idea es sencilla, una familia necesita que se arregle un grifo, en el barrio siempre hay alguien que sabe de fontanería y Asertos los pone en contacto a través de su banco de recursos. Pero además, si alguien quiere aprender de fontanería aprovechan el proceso para que pueda hacerlo: «Así también se pueden formar y abrir puertas de cara al futuro», afirma este arquitecto.

Con esto generan cohesión social y autonomía de los recursos, movilizan a la gente y además son parte imprescindibles de las decisiones que se toman en el barrio, ya sea el próximo espacio en el que intervenir o la próxima casa a arreglar. Por ejemplo, el orden de las mejoras se ha decidido por un sistema de puntos que ha pasado por asamblea.

«Partimos de la certeza de que todo el mundo tiene derecho a un empleo y un entorno digno y que la participación es el motor del cambio comunitario», explica Dani. Por ello la entidad pone muchas veces los recursos técnicos -permisos, dirección, expertos- pero el trabajo es comunitario. Un cambio de mentalidad que para el arquitecto está teniendo su efecto en el barrio «no solo las cosas cambian sino que lo hacen por ellos mismos, esto rompe la percepción que muchas personas que viven en espacios de vulnerabilidad urbana tienen de que no hay posibilidad de mejora, el mayor cambio es que empiezan a sentir que esto no tiene por qué ser así y son motor de mejoras en sus barrios, hay ilusión por el cambio», reconoce Millor.

El proyecto de Dani y Neus ha recibido varios reconocimientos a lo largo de su historia. En el año 2021 el Nu Habitat, el proyecto de Naciones Unidas para los asentamientos humanos, lo incluyó en su catálogo; en 2022 recibieron el premio de innovación de La Caixa; en 2024 Daniel Millor Vela fue distinguido con el Premio Princesa de Girona Social. Fue a nivel personal aunque este proyecto forma parte imprescindible de su trayectoria. Además, también han sido finalistas de los premios de la New European Bauhaus -promovidos por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen- un certamen internacional en el que han competido con propuestas de instituciones como el Ayuntamiento de Barcelona. «Mucha repercusión a escala europea para ser cuatro gatas haciéndolo lo mejor posible», afirma Millor.

Asertos nació en el barrio del Cementerio, pero ya cuenta con otros proyectos en otras zonas de Alicante como Colonia Requena, Virgen del Remedio o incluso uno que comienza en Almoradí. Ellos reconocen que muchas veces llegan a donde los circuitos de la administración no lo hacen. «Encontramos situaciones muy sorprendentes y ocultas porque la gente tiene miedo a perder a sus hijos si la visibilizan de cara a la administración», reconoce Millor. «Tenemos muchas historias de gente mayor o familias con muchos hijos que viven en infravivienda, que esto esté pasando en el vecindario de al lado me sorprende y me tortura. La gente con poder tiene que crear nuevas soluciones», afirma con contundencia este arquitecto que se siente orgulloso de que todo un vecindario haya recuperado la esperanza en el futuro.

Fuente: TodoAlicante.

Tere Compañy Martínez.

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