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Ciencias y Nuevas Tecnologías

Desarrollan lentillas que permiten ver lo invisible incluso con los ojos cerrados

Un equipo de científicos chinos y estadounidenses ha creado unas lentillas capaces de traducir la luz infrarroja en luz visible, permitiendo a los humanos acceder a una parte del espectro que normalmente permanece oculta. Estas lentes de contacto, que no necesitan batería ni conexión externa, ya han sido probadas con éxito en ratones y en personas, y podrían revolucionar la visión en entornos de seguridad, medicina y rescate.

Tecnología invisible
Estas lentillas, desarrolladas por investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China junto a la Universidad de Massachusetts, utilizan nanopartículas especiales capaces de absorber luz infrarroja de entre 800 y 1600 nanómetros y convertirla en longitudes de onda visibles. Esto permite al usuario detectar la luz normalmente invisible a simple vista.

En el estudio publicado este jueves en la revista Cell Press, Tian Xue, neurocientífico líder del estudio, explicó que: «Nuestra investigación abre la posibilidad de que los dispositivos portátiles no invasivos proporcionen supervisión a las personas». También añade que «este material tiene muchas aplicaciones potenciales inmediatas. Por ejemplo, la luz infrarroja parpadeante podría utilizarse para transmitir información en entornos de seguridad, rescate, cifrado o antifalsificación».

Una mejor visión con los ojos cerrados
Una de las observaciones más sorprendentes del estudio es que los sujetos que usaban las lentillas percibían mejor las señales infrarrojas cuando tenían los ojos cerrados. Según explica Xue, «lo descubrimos que cuando el individuo cierra los ojos, es aún más capaz de recibir esta información parpadeante, porque la luz infrarroja cercana penetra en el párpado con más eficacia que la luz visible, por lo que hay menos interferencias de la luz visible».

Durante las pruebas, los ratones equipados con estas lentes preferían las zonas oscuras frente a otras iluminadas con luz infrarroja, mientras que los animales sin lentillas no mostraban esa elección. Además, las imágenes cerebrales confirmaron que sus centros visuales se activaban frente a estos estímulos.

Código morse
En humanos, las pruebas fueron igual de concluyentes: los participantes detectaban parpadeos infrarrojos como si fueran señales de código morse. «Está clarísimo, sin las lentillas, el sujeto no puede ver nada, pero con ellas, puede ver claramente el parpadeo de la luz infrarroja», destaca Xue.

Además, las lentillas fueron modificadas para convertir diferentes longitudes de onda infrarroja en distintos colores visibles: azul, verde y rojo. Esto permite una codificación visual del espectro infrarrojo y, según los investigadores, incluso puede ayudar a personas con daltonismo. «Al convertir la luz roja visible en algo parecido a la luz verde visible, esta tecnología podría hacer visible lo invisible para los daltónicos», señala Xue.

Aun con limitaciones
Actualmente, estas lentes solo funcionan con fuentes LED de infrarrojos y no ofrecen una alta resolución sin un sistema externo de lentes adicionales. Sin embargo, el equipo ya trabaja en mejorar la sensibilidad y la precisión.

Fuente: Antena 3 Ciencias.

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Ciencias y Nuevas Tecnologías

¿Hay alguien ahí? Explorando la vida más allá de la Tierra

Desde los albores de la civilización, nos hemos preguntado si existe vida más allá de nuestro planeta. Varias posibles respuestas a esta interrogante ancestral podrán descubrirse en la próxima Experiencia National Geographic: una visita guiada exclusiva a la exposición ‘Extraterrestres. ¿Hay vida fuera de la Tierra?’, que presenta el centro CosmoCaixa en Barcelona. La actividad está programada para el jueves 24 de julio y será organizada en dos horarios: uno de contenido adaptado para los más pequeños y otro pensado para quienes ya no lo son tanto.

La muestra explora la profunda fascinación que nos provoca la posibilidad de vida extraterrestre, cómo hemos imaginado otros mundos y qué futuros podrían abrirse a través de la ciencia y la tecnología.

El recorrido incluye elementos interactivos, maquetas, piezas auténticas y material audiovisual. Se divide en cinco ámbitos temáticos. En el primero, Aquí vivimos, nos situaremos en el cosmos para comprender su magnitud, los millones de mundos que lo integran y por qué la Tierra es un planeta tan excepcional en cuanto a diversidad biológica. En Entre el cero y el infinito, abordaremos el debate sobre la posibilidad de vida en otros planetas desde múltiples enfoques: científico, filosófico y artístico.

En Ficción frente a realidad, nos sumergiremos en cómo el arte, el cine y la literatura han encontrado en la vida extraterrestre una fuente inagotable de inspiración, y cómo la propia naturaleza ofrece modelos sorprendentes que parecen sacados de otros mundos.

Por último, en La búsqueda y ¿Estamos solos?, descubriremos cómo la ciencia y la tecnología avanzan en la exploración de nuevos planetas y en la búsqueda de formas de comunicación con otras posibles civilizaciones. Será una Experiencia NG para emocionarse y seguir soñando con la posibilidad de que no estemos solos en el universo.

Fuente: Fund. La Caixa.

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Ciencias y Nuevas Tecnologías

Jeanne Baret, la mujer que dio la vuelta al mundo disfrazada de hombre y descubrió nuevas especies

Ser mujer y nacer en pleno siglo XVIII no era nada sencillo. Y si su vocación era la ciencia, ya ni hablemos: la cosa se ponía todavía más negra. Por ello, muchas científicas (y académicas o eruditas de muchas otras áreas, como la literatura o la pintura) se veían en la obligación de refugiarse bajo apodos y caracterizaciones masculinas para poder ejercer en sus verdaderas vocaciones. Y la de Jeanne Baret es una de esas historias.

En un momento en el que las mujeres no podían dedicarse a la ciencia, embarcarse en expediciones científicas o, si quiera, subir a un barco como parte de una misión oficial, Jeanne lo tuvo muy claro. Se disfrazó de hombre, se hizo llamar Jean y se embarcó como ayudante del naturalista Philibert Commerson en una de las expediciones más ambiciosas: la vuelta al mundo a bordo de la nave Étoile, comandada por Louis-Antoine de Bougainville.

UNA MUJER ADELANTADA A SU TIEMPO
Jeanne Baret nació en 1740 en una zona rural de Francia. Criada en una familia muy humilde, Jeanne comenzó a interesarse por la botánica desde muy pequeña, llegando a convertirse en toda una autodidacta en esta ciencia, completamente reservada para los hombres en aquel momento. No obstante, a pesar de las barreras, su talento era innegable.

Por ello, cuando conoció a Philibert Commerson, un reconocido naturalista, este no pudo negar las grandes capacidades de la joven y comenzaron a trabajar juntos. Ella no solo le asistía: lo ayudaba a clasificar plantas, tomar notas y recolectar todo tipo de especímenes. De hecho, muchos llegaron a afirmar que Jeanne era igual – o, incluso, más – competente que Commerson.

En 1766, Commerson fue invitado a unirse a la expedición de Bougainville, la cual tenía como objetivo dar la vuelta al mundo y estudiar todas aquellas especies botánicas que fueran descubriendo por el camino. Y aceptó… pero con una condición: Jeanne debía ir también. Pero el problema residía en que las mujeres tenían terminantemente prohibido embarcarse en misiones académicas. Por tanto, no les quedó otro remedio que tomar una decisión extrema: ella se disfrazaría de hombre y se haría pasar por su asistente.

UN VIAJE DE SECRETOS
Y así lo hicieron. La travesía comenzó en Francia y pasó por lugares como Brasil, Uruguay, Argentina, Tahití o Madagascar. Y Jeanne comenzó a cobrar cada vez más importancia: Commerson sufría problemas de salud y cada vez dependía más de ella, que era quien exploraba, recolectaba y cargaba los especímenes botánicos que luego estudiaban juntos a bordo del barco.

Uno de los descubrimientos más icónicos de la expedición fue una preciosa planta de flores coloridas que Commerson nombró Bougainvillea, en honor al capitán de la expedición. Sin embargo, aunque la historia le ha atribuido a Commerson ese hallazgo, con el paso de los años muchos historiadores han defendido que, dada la frágil salud del botánico y los roles adoptados en el barco, lo más seguro es que fuera Jeanne quien la identificó por primera vez.

Pero no todo fue color de rosas. Si bien es cierto que, durante los primeros meses, nadie sospechó de que “Jean Baret” era en realidad una mujer, la mentira no duró para siempre. En Tahití, los habitantes locales la reconocieron como mujer, lo que levantó las sospechas de la tripulación que, finalmente, descubrieron su verdadera identidad. Sin embargo, a pesar del escándalo, no fue expulsada ni castigada: el respeto que se había ganado por su trabajo pesó más que el fraude.

DE VUELTA AL MUNDO… Y AL OLVIDO
Después de terminar la expedición, Jeanne no regresó de inmediato a Francia. Commerson y ella se quedaron durante algunos años en la isla de Mauricio, donde el científico falleció. Pero ella no se detuvo: sola en un mundo de hombres, continuó trabajando y ganándose la vida como pudo hasta el año 1785, cuando regresó a Francia. Y no lo hizo sola: en cuanto pisó su país, Jeanne se alzó con un gran título: se convirtió en la primera mujer en completar una vuelta al mundo oficialmente, aunque disfrazada y sin reconocimiento público.

Lamentablemente, durante mucho tiempo la figura de Jeanne quedó en el olvido, reducida a una simple nota a pie de página en los relatos de la expedición, y no fue hasta siglos después que el mundo comenzó a reconocer su verdadero papel en la historia. Un ejemplo de ello ocurrió en 2012, cuando el gobierno francés la honró oficialmente al nombrar una especie de planta con su nombre: la Solanum baretiae, un pequeño gesto para quien tanto hizo por la botánica.

Fuente: National Geographic España.

Noelia Freire.

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Ciencias y Nuevas Tecnologías

Un gigantesco objeto interestelar se aproxima a la Tierra y será revelador para los astrónomos

El cometa 3I/ATLAS, un coloso gélido proveniente de la constelación de Sagitario, irrumpirá este otoño en nuestro vecindario cósmico. Su llegada, captada por el telescopio ATLAS desde el desierto chileno de Río Hurtado el 1 de julio, marca apenas el tercer objeto interestelar identificado en cruzar nuestro sistema solar.

Y, a diferencia de sus predecesores —el enigmático Oumuamua y el veloz Borisov—, este visitante es considerablemente más grande: se estima que mide unos 20 kilómetros de diámetro.

Los datos preliminares indican que 3I/ATLAS se encuentra actualmente a unos 670 millones de kilómetros del Sol, más allá de la órbita de Júpiter.

Su velocidad, cercana a los 68 km/s, y su trayectoria hiperbólica confirman un origen inequívocamente interestelar: fue expulsado, muy probablemente, de otro sistema solar tras una interacción gravitacional intensa. Estas características lo convierten en un testigo viajero de regiones desconocidas del cosmos.

SIN RIESGO DE COLISIÓN
Gracias a las observaciones archivadas en tres telescopios ATLAS distribuidos globalmente, y a los registros de la instalación Zwicky Transient Facility en California, los astrónomos lograron rastrear al cometa hasta el 14 de junio, antes incluso de su detección oficial.

Desde entonces, una red global de observatorios ha seguido su rastro con creciente expectación. Por ahora, el objeto se dirige hacia el interior del sistema solar, rumbo a su perihelio: el punto más cercano al Sol, que alcanzará el 29 de octubre de 2025.

Y aunque su aproximación máxima a la Tierra ocurrirá el 30 de octubre de 2025, a una distancia de 1,35 unidades astronómicas (unos 202 millones de kilómetros), los expertos han sido enfáticos: no existe riesgo de colisión.

Su trayectoria, confirmada por entidades como la NASA, la ESA y el Minor Planet Center de la IAU, lo mantendrá fuera de cualquier zona de peligro para nuestro planeta. Su paso se mantendrá siempre más allá de la órbita terrestre, adentrándose apenas en el dominio marciano.

UN HECHO CIENTÍFICO MUY RELEVANTE
Pero más allá de la seguridad, lo que verdaderamente enciende el entusiasmo de la comunidad científica es el carácter inusitado y revelador de este visitante cósmico. Los cometas interestelares como 3I/ATLAS portan consigo los secretos químicos y estructurales de los sistemas solares que los vieron nacer.

Su composición, marcada por una tenue pero evidente cola cometaria, podría ofrecer pistas insustituibles sobre la formación de planetas, la evolución de otros sistemas estelares y la diversidad de materiales en el universo.

Los telescopios terrestres podrán seguir su movimiento hasta septiembre, momento en que se alineará demasiado cerca del Sol para ser observado desde la Tierra. Sin embargo, se espera que vuelva a aparecer del otro lado de nuestra estrella a principios de diciembre, ofreciendo una segunda oportunidad para ser estudiado en detalle por astrónomos de todo el mundo.

El valor de estos encuentros celestes no radica solo en su rareza, sino en la profundidad de lo que pueden revelar. Cada grano de polvo liberado por 3I/ATLAS, cada trazo de su cola cometaria, representa un archivo químico milenario, un relato condensado de un sistema que gira alrededor de una estrella que quizá nunca veremos.

De ahí que astrónomos de todos los rincones del mundo estén alineando sus instrumentos, afinando sus cálculos y preparándose para extraer hasta el último dato posible de esta visita fugaz pero trascendental.

Fuente: National Geographic España.

Sergio Parra.

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