Ciencias y Nuevas Tecnologías
Tapar el Sol con un Dedo, ¿ se volvió loco el ser humano ?

Para luchar contra el cambio climático, Bill Gates quiere tapar el sol lanzando a la atmósfera toneladas de polvo de carbonato de calcio no tóxico. El primer vuelo se iba a realizar desde un centro espacial sueco, pero las autoridades del país nórdico han denegado la autorización
El calentamiento global es uno de los problemas más preocupantes de nuestro planeta. En los últimos años, el aumento de las temperaturas de la superficie terrestre se ha convertido en una evidencia, lo que se traduce en un importante problema para nosotros: tener de media entre 1 ºC y 3 °C en los próximos años podría no parecer excesivamente grave, pero, en realidad, se convierte en una de las situaciones de riesgo más peligrosas a la que nos enfrentamos, pues este simple cambio afectará a elementos tan variados como el nivel del mar, la vida animal o, incluso, la aridez del planeta. Ahora, Bill Gates tiene una ingeniosa y extraña solución.
A lo largo de los años, los investigadores están buscando soluciones que consigan hacer que nuestro planeta deje de aumentar su temperatura. Sin embargo, la solución no es sencilla, pues buena parte de estos planes solo se conseguían a largo plazo manteniendo un compromiso firme con la sostenibilidad, algo que no siempre es fácil. Pero, ahora, el dueño de Microsoft tiene una idea: ha puesto en marcha un proyecto con el que tratar de frenar la cantidad de radiación que llega a la superficie terrestre y, con ello, enfriar el planeta. O, dicho en otras palabras, tratar de tapar el sol
El ambicioso plan que Bill Gates ya está financiando es un novedoso proyecto de geoingeniería llevado a cabo por científicos de la Universidad de Harvard, cuyo principal objetivo es lanzar a la atmósfera toneladas de polvo de carbonato de calcio no tóxico mediante globos para atenuar la cantidad de luz solar que llega a la superficie terrestre y hacerla rebotar en otra dirección, con lo que se conseguiría contrarrestar los efectos del calentamiento global. La idea, básicamente, es crear una especie de escudo artificial con el que minimizar la cantidad de sol que atraviesa la atmósfera, una idea un tanto polémica.
Según explica «Forbes», esta solución de carbonato de calcio (CaCO 3) se lanzaría como un aerosol y no sería dañino para el ecosistema, en un proyecto denominado Experimento de Perturbación Controlada Estratosférica (ScoPEX). Los expertos de Harvard que han realizado esta idea no solo están convencidos de su utilidad y beneficio para nuestro planeta, sino que incluso creen que este elemento artificial es capaz de reparar la capa de ozono, pues reaccionaría con las moléculas que la destruyen y permitiría cerrar los agujeros existentes.
Sin embargo, la polémica rodea al proyecto SCoPEX. El principal problema está relacionado con que, en realidad, nadie sabe qué va a pasar exactamente hasta que se libere el CaCO 3 pues, a pesar de realizar una serie de análisis e investigaciones controladas en laboratorio, una vez en la atmósfera su reacción puede ser diferente. De hecho, muchos críticos consideran que tratar de controlar la cantidad de rayos de sol de manera artificial mediante esta estrategia puede suponer un cambio dramático para nuestro planeta, pues no sabemos los riesgos impredecibles que pueden surgir tras causar este cambio a gran escala.
Evidentemente, la idea se basa en un proyecto temporal para conseguir revertir los cambios del calentamiento global y, una vez logrado, se eliminarían esas partículas para permitir que el Sol vuelva a entrar en la superficie de la manera habitual. Pero algunos expertos creen que no será tan sencillo y que llevar a cabo esta modificación puntual podría cambiar para siempre la manera en la que el Sol se vincula con nosotros, que lleguen a ser irreversibles y para los que no habría una solución.
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LP 890-9c, planeta potencialmente habitable

En órbita a LP 890-9, una estrella enana roja también conocida como TOI-4306 o SPECULOOS-2 y situada a unos 100 años-luz de la Tierra, se ha corroborado la existencia de un planeta y descubierto otro más. El recién descubierto se halla dentro de la zona habitable alrededor de su estrella, la franja orbital en la cual el calor recibido de la estrella, al no resultar insuficiente ni excesivo, permite la existencia de agua líquida en la superficie de un planeta de tipo terrestre.
La investigación que ha culminado con estos hallazgos es obra del equipo internacional de Laetitia Delrez, de la Universidad de Lieja en Bélgica.
El primer planeta, LP 890-9b (o TOI-4306b), el más cercano a su estrella, fue inicialmente identificado por el telescopio espacial TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) de la NASA. Este planeta, que es un 30 por ciento más grande que la Tierra, completa una órbita alrededor de la estrella en solo 2,7 días. Dado que está demasiado cerca de su estrella (a unos 2,8 millones de kilómetros), su temperatura es demasiado elevada para que resulte factible la vida en él.
El segundo planeta, LP 890-9c (o SPECULOOS-2c), es aproximadamente un 40 por ciento más grande que la Tierra. Por tamaño, es similar a LP 890-9b, pero tiene un período orbital más largo, de unos 8,5 días. Está a una distancia adecuada de su estrella (a casi 6 millones de kilómetros) para que el calor recibido de ella sea el adecuado para permitir la existencia de agua líquida en su superficie. El flujo estelar incidente en LP 890-9c es de aproximadamente un 91 por ciento del incidente en la Tierra. En teoría, sería un planeta un poco más frío que el nuestro, pero, dependiendo de la composición química de la atmósfera, podría experimentar un efecto invernadero que retuviera calor e hiciera de él un mundo más caliente que la Tierra.
El revelador estudio sobre los planetas de LP 890-9 se titula “Two temperate super-Earths transiting a nearby late-type M dwarf”. Y se ha publicado en la revista académica Astronomy and Astrophysics.
Ciencias y Nuevas Tecnologías
Los mundos más ricos en agua que la Tierra pueden ser más comunes de lo creído

El agua es un ingrediente esencial para la vida en la Tierra, y el ciclo del agua contribuye a mantener el clima de nuestro planeta estable y benévolo. Así, en la búsqueda de vida en nuestra galaxia los planetas con agua líquida en la superficie figuran entre los candidatos idóneos. Un nuevo estudio sugiere que muchos de los planetas conocidos como supertierras o minineptunos pueden albergar grandes cantidades de agua, con composiciones de hasta un 50% de roca y un 50% de agua. (En comparación, la Tierra está compuesta por solo un 0,02% de agua). Pero el agua de esos mundos se encuentra posiblemente bajo la corteza, en lugar de fluir por la superficie en forma de océanos o ríos.
Gracias a los avances en los instrumentos de observación, el hallazgo de planetas en otros sistemas solares aumenta a pasos de gigante. Y un mayor número de planetas bien caracterizados permite identificar patrones demográficos, igual que observar la población de una ciudad entera puede revelar tendencias difíciles de detectar a nivel individual.
En el estudio recién publicado se analizan todos los planetas detectados en estrellas enanas rojas (de clase espectral M), un tipo de estrellas menos masivas que el Sol y las más abundantes en nuestra galaxia, la Vía Láctea. “Fue una sorpresa descubrir evidencias de tantos mundos acuáticos que orbitan el tipo de estrella más común en la galaxia”, apunta Rafael Luque, coautor del estudio e investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) en España y de la Universidad de Chicago en Estados Unidos. “Tiene enormes consecuencias para la búsqueda de planetas habitables”.
Los hallazgos de planetas en torno a enanas M son numerosos, pero se trata de hallazgos indirectos, realizados gracias al estudio de los efectos de los planetas sobre sus estrellas: bien analizando la disminución de brillo que se produce cuando el planeta pasa por delante de su estrella, o estudiando el pequeño tirón gravitatorio que el planeta ejerce sobre ella al girar a su alrededor.
“Cada una de las dos formas diferentes de descubrir planetas te aporta una información complementaria. Al captar la disminución de brillo producida cuando un planeta cruza frente a su estrella podemos determinar el diámetro del planeta, y al medir la diminuta atracción gravitacional que un planeta ejerce sobre una estrella podemos calcular su masa”, apunta Enric Pallé, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias y de la Universidad de La Laguna, en España, y coautor del trabajo.
Combinando el diámetro y la masa puede medirse la composición del planeta, y determinar si se trata, por ejemplo, de un planeta gigante gaseoso como Júpiter o de un planeta pequeño, denso y rocoso como la Tierra. Al estudiar una población de cuarenta y tres planetas, emergió una imagen sorprendente: la baja densidad de un gran porcentaje de los planetas sugiere que estos planetas son probablemente mitad roca y mitad agua.
Aunque la primera idea que puede surgir al contemplar esas proporciones apunte a grandes océanos, estos planetas se encuentran tan cerca de sus soles que si existiera agua en la superficie se hallaría en una fase gaseosa supercrítica, lo que aumentaría su radio. “Pero eso no es lo que vemos en las muestras, lo que sugiere que el agua no está en forma de océano superficial», explica Rafael Luque, que realizó gran parte del estudio durante su tesis en el Instituto de Astrofísica de Canarias.
El hallazgo contradice la idea generalizada de que estos mundos son o bien secos y rocosos o bien tienen una extensa y tenue atmósfera de hidrógeno, helio, o ambos. Por el contrario, estos mundos se dividen claramente en dos familias: rocosos o acuáticos. Este escenario refuerza una de las teorías de formación planetaria más aceptadas, que sugiere que los mundos rocosos se forman en las partes internas de sus sistemas solares, mientras que los mundos acuáticos se forman en las regiones más externas y después migran hacia el interior con el tiempo.
Aunque los indicios resultan convincentes, el siguiente paso consiste en obtener una prueba irrefutable de que estos planetas son mundos acuáticos, lo que se espera conseguir con el telescopio espacial James Webb (JWST), recientemente lanzado al espacio por la NASA y sucesor del telescopio espacial Hubble.
El nuevo estudio se titula “Density, not radius, separates rocky and water-rich small planets orbiting M dwarf stars”. Y se ha publicado en la revista académica Science.
Ciencias y Nuevas Tecnologías
El origen del primer reptil planeador

Desde que en 1907 se descubrieron los primeros restos fósiles del Coelurosauravus elivensis, el primer reptil planeador del mundo, se ha venido produciendo un intenso debate sobre cómo vivía realmente este animal durante el Período Pérmico Tardío (hace entre 260 millones de años y 252 millones) y cómo encajaban unas con otras las partes de su cuerpo.
Después de más de un siglo, por fin hay suficientes fósiles para crear una reconstrucción casi perfecta del esqueleto de esta inusual criatura con aspecto de dragón, y unos científicos han realizado esta labor, descubriendo por qué la evolución llevó a la aparición de este reptil.
El estudio lo ha llevado a cabo el equipo internacional de Valentin Buffa, de Museo Nacional de Historia Natural en París, Francia.
Buffa y sus colegas han descubierto que fue un cambio en la cubierta forestal lo que empujó al desarrollo de la capacidad de volar en este animal, aunque dicha capacidad estuvo limitada a planear.
Los reptiles de los que deriva el Coelurosauravus elivensis se desplazaban de un árbol a otro como parte de su vida cotidiana. La cubierta forestal, o más concretamente el dosel arbóreo, o sea el “tejado” formado por las copas de los árboles, era lo bastante tupido como para transitar de un árbol a otro andando o dando pequeños saltos. Cuando se produjo un cambio en la cobertura forestal que condujo a un mayor espaciamiento entre árboles, pasar de uno a otro se volvió cada vez más difícil, y la necesidad de dar saltos cada vez más largos, manteniendo al mismo tiempo un buen control de la dirección en el trayecto aéreo, acabo promoviendo en estos animales adaptaciones anatómicas que les ayudaban a transitar entre árboles mediante un vuelo por planeo. Este era el modo más eficaz de desplazarse entre árboles y fue el promovido por la evolución.
El estudio se titula “The postcranial skeleton of the gliding reptile Coelurosauravus elivensis Piveteau, 1926 (Diapsida, Weigeltisauridae) from the late Permian Of Madagascar”. Y se ha publicado en la revista académica Journal of Vertebrate Paleontology.
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